lunes, 12 de enero de 2015

Sureste trip (Guatemala y Belice)

Día 8

Aunque seguíamos en Chiapas decidí meter todo el día en la etiqueta de Guatemala y Belice para no tener que cortarlo y que quedase mejor.
Nos levantamos a las 5:00 y esperamos a que el transporte contratado viniese a por nosotros. En la furgoneta ibamos con gente que también iba a la frontera como nosotros y otros que iban a ver las ruinas de Yaxchilan y Bonampak situadas muy cerca de las frontera. Hicimos una parada para desayunar y luego continuamos hasta Frontera Corozal por puro paisaje de selva.  Allí en la frontera paramos en la garita de control migratorio de México y nos hicieron pagar 300 pesos para salir del país y sellarnos el pasaporte con la consecuente renovación de los 180 días permitidos de estancia. Allí tomamos una lancha que nos llevaba hasta un pueblo de Guatemala llamado La Técnica.





Me sentía como un ilegal pasando a otro país por el río.

En el pueblo este fuimos agarrando la onda con el cambio de pesos a quetzales (llamado así por un pájaro de la región con la cola muy larga que sale en los billetes) y esperamos al camión que nos llevaría hasta la isla de Flores, en el norte del país. Mientras esperábamos nos encontramos con unos monos aulladores que estaban en los árboles muy cerca a nosotros, impresionaba muchísimo el ruido que hacían.




Nos tocó hacer el camino a Flores en un camión horrible de lo incómodo que era. El paisaje cambió radicalmente, pasó de selva a un de tipo llanura pero muy húmeda. Volvimos a para en la garita de inmigración pero esta vez de Guatemala y nos querían cobrar unos 35 quetzales (70 pesos) que por desconocer que esa tasa no existe lo pagamos, sin embargo sería la última vez que pagásemos una tasa de entrada.




Más de la mitad del camino fue de tierra y en línea recta, nunca me había alegrado tanto como cuando llegamos al asfalto. De camino paramos a comer pollo en un pueblucho de mala muerte.
A la llegada de Flores se subió un hombre que trabajaba en una agencia de viajes para vendernos el tour a Tikal y el transporte a Belice. Le compramos el paquete que ofrecía el transporte a Tikal a las 4:30 de la madrugada y al día siguiente para ir a Belice a las 5:00 y a la isla de Caye Caulker. Todo por 690 pesos.
Llegamos a Flores como a las 17:00, buscamos un hostal que tuviese lugar, algo difícil en aquella isla tan turística. La mayoría del turismo provenía por su cercanía a las famosas ruinas mayas de Tikal.
Encontramos uno por un buen precio desde el que se veía muy bien lago. Después de dejar las cosas me subí a ver el atardecer que nos brindaba Guatemala.



Mientras esperamos a Estefy para conocer la isla estuvimos platicando con un guatemalteco, se me hizo raro el acento que tenían pero con una mayor similitud a la forma de hablar de los españoles que los mexicanos. La isla en sí se recorre en nada, es muy pequeña y con prácticamente nada que ver. Pasamos por unos puestos callejeros de comida donde vendían cosas diferentes a lo que veníamos comiendo en los últimos meses. Fue entonces cuando Estefy comenzó a sentirse mal, vomitando incluso, y me la tuve que llevar al hostal. Cuando regresé terminamos de cenar y nos fuimos a tomar unas cervezas "gallo" a la terraza.
El punto de inflexión del viaje comenzó cuando me entraron ganas de vomitar a mi también y me dieron unos retortijones horribles. Lo que terminó de culminar la jugada fue que cuando subía de vomitar escuché que Chris también se encontraba mal...
En un principio pensamos que había sido por el pollo pero lo raro es que yo solo había comido una patata, y tenía que ser algo que habíamos comido los tres, salvo Álvaro que se libró de la pesadilla.

Día 9

Cuando sonó el despertador a las 4:00 quería morirme, era imposible que fuésemos en esas condiciones a Tikal, así que Álvaro bajó a decirles a los que nos recogían que si nos lo podían cambiar para el día siguiente.
A la mañana bajamos a comprar unas pastillas y en resumen estuvimos todo el día metidos en la cama recuperándonos aunque todavía con el malestar. La agencia nos dijo que nos retrasaba todo un día y listo.
Lo mejor fue cuando nos enteramos de que Robert también había estado muy mal del estómago en Mérida con lo que descartábamos que fuese el pollo de Guatemala (lo que a mí me parecía raro porque solo había comido una patata) y estuvimos seguros de que fue la comida de El Panchán en Palenque. Estaba clarísimo porque los españoles la primera noche nos dijeron que había gente que estaba enferma vomitando y nosotros comimos un buen plato de pasta y pizza aquella noche cuando Álvaro no comió nada. También nos enteramos por Robert de que lo que nos había hecho daño era algo similar a mataratas.

Día 10

A las 4:30 partimos hacia Tikal aunque tardaron un buen rato en recogernos. El camino se me hizo muy ameno al ir sentado con el conductor que iba hablando con un amigo suyo, no se le entendía nada al hablar con ese acento.
La entrada a Tikal no estaba incluida en el precio y costaba 150 quetzales (300 pesos) bastante cara. Cuando llegamos a la zona arqueológica empezó a amanecer aunque la neblina que había no se empezó a ir hasta más tarde. El guía que nos tocó era un cachondo, lo malo es que nos tuvimos que tragar las explicaciones dos veces, una en inglés y otra en español. Tikal es conocido por ser la capital maya, una zona arqueológica todavía por descubrir la mayoría y con 16 km cuadrados visitables.


Las ruinas estaban dentro del propio parque nacional y por lo tanto la vegetación del lugar es muy diversa, un claro ejemplo es el enorme árbol que encontramos a la entrada.
El guía sabía que en el grupo había tres personas enfermas y cuando se enteró nos dio unas hojas de un árbol para que las metiésemos en nuestra botella de agua. Se suponía que nos iba a aliviar algo pero la verdad es que no noté ningún cambio además de que estaba asqueroso.
Lo que me gustó también de las ruinas es que no estaban abarrotadas de turistas como otras.






Una de las más partes más bonitas fue subir arriba del templo más alto, desde donde se veía todo un mar de selva. De hecho, allí es donde llevan a los que quieres ver el amanecer a las 3 de la mañana. En las fotos no se aprecia tanto el alcance de la selva.






También pudimos ver monos aulladores, tucanes y una mini tarántula.



Aquí en Tikal se grabaron escenas del retorno del Jedai en el Templo IV y utilizaron la voz de los monos aulladores para imitar el sonido del T--Rex en Jurasic Park.


Estuvimos hasta las 12:30 visitando la zona y luego nos fuimos a tomar el camión de vuelta a Flores. En general me gustaron mucho las ruinas y se aprecia todo el trabajo que hacen los arqueólogos para seguir descubriendo todo lo que queda aún por sacar.

Ya en Flores fuimos a lavar la ropa a una lavandería y a comer al Burguer King, aunque nos estábamos quedando sin dinero guatemalteco. Al día siguiente nos ibamos a las 5:00 a Belize city ;)

Día 11 

Se suponía que venían a recogernos a las 5:00 pero no vinieron hasta las 5:40 en un bus muy incómodo con 23 personas apretadísimas. Al llegar a la frontera nos querían hacer pagar 20 quetzales por salir pero esta vez habíamos aprendido y dijimos que no teníamos dinero y que luego pagábamos en un banco... En la garita de Belize nos sellaron y registraron la maleta para poder continuar hasta la capital.


La primera impresión que me dio al ver este país es que hablaban una especie de spanglish muy raro.
Llegamos a la jaleosa ciudad de Belize, otro rollo muy diferente a lo que veníamos viendo, con muchísima gente de color y cabañas de madera.
Lo primero que hicimos fue a tomar nuestro bote hacia Caye Caulker, fueron como unos cuarenta y cinco minutos de camino por el mar pero al fin llegamos al Caribe.





Aquí la moneda que manejaban era el dolar beliceño que era equivalente a 0,50 céntimos. Caye Caulker era una isla pequeña, con muchos negros estilo reggae y una tranquilidad que s epodía respirar en cada esquina. De hecho lo primero que veías al entrar a la isla era esto.


Lo malo es que no tenía playas como tal sino muelles para meterse al agua. Llegamos allí alrededor de las 12 de la tarde. Nos metimos en un hostal que costaba unos 12 euros la noche con desayuno incluido, lo bueno que tenía era que había cocina y podíamos cocinar nuestras cosas para así ahorrarnos algo.







Los precios aquí estaban realmente caros y esa fue una de las principales razones por las que decidimos irnos a Chetumal al día siguiente 24 de diciembre.
Bajamos un rato a tumbarnos cerca del agua y se nos acercó un hombre de color para ofrecernos marihuana y charlar un rato.
La isla se recorría en nada, antes de que anocheciera ya la habíamos visto entera y nos sentamos a ver el atardecer precioso que nos ofrecía Belice.





Por la noche bajamos al bar a tomar la consumición que nos habían dado gratis y unos americanos nos ofrecieron asiento para beber algo con ellos. Nunca había visto unas personas tan locas como ellos, nos enseñaron a tomar alcohol por la nariz, una verdadera locura..... Luego fuimos al bar de al lado para verles bailar en un lugar con puro rollo americano. Me reí bastante con ellos y me sentía como si estuviese muy lejos de México.

Día 12

Amaneció la mañana del día de Nochebuena y habíamos dormido mejor que nunca en las camas de nuestra habitación "caja", la llamo así porque parecían cajas de zapato donde habían metido dos camas, la habitación más rara que había visto en mi vida.
Nos metimos un rico desayuno para prepararnos al cambio de país y fuimos a comprar el boleto del water taxi para la vuelta a Belize city pero no sin antes comparar un poco los precios.




Ya en Belize city un español que había en el barco nos acompañó a la estación de autobuses, según él estaba muy cerca pero estaba a tomar por culo, lo bueno es que pudimos ver un poco la ciudad. parecía una mezcla como de África, Caribe y Europa, muy extraño. Incluso vimos un cementerio en medio de un barrio. Lo que sí puedo afirmar es que el ritmo de vida allí es muy diferente.



Nos montamos en un camión que se suponía que nos llevaba a la pura frontera pero el mamón nos engañó y acabamos en Orange Walk por 15 dolares beliceños.  Allí tuvimos que agarrar otro hasta la frontera pero casi todo el camino tuvimos que ir de pies. Además los camiones eran cutrísimos y la gente muy extraña.
De nuevo tuvimos que pagar 250 pesos para salir del país, flipante. Nos sentíamos muy perdidos allí tirados casi en mitad de un camino de tierra sin saber que hacer. Finalmente conseguimos que nos explicaran un poco y tomamos un moto-taxi que nos llevase hasta la entrada de México donde nos revisaron el equipaje y volvimos a renovar los 180 días.

DE NUEVO ESTÁBAMOS EN NUESTRO LINDO MÉXICO.

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