martes, 12 de julio de 2016

En busca de la felicidad

“Lo tengo todo pero soy infeliz”. En todos los ojos que se han cruzado con los míos, vi una amargura infinita. Una tristeza que no siempre era aceptada, pero que estaba allí, independientemente de lo que me decían.

A todos nosotros en algún momento de nuestra vida nos llega el momento de hacernos la pregunta: “¿Qué es la felicidad?”. Concretamente a mí, hace unos meses que me lleva rondando esa misma pregunta por la cabeza… Razón por la que hoy me dispongo a dar mi punto de vista sobre el tema escribiendo este pequeño ensayo.


Para comprender mejor el significado de esta palabra tan utilizada y desconocida a la vez empecemos por el sencillo paso de buscar su definición. La cual aparece definida como sigue: “Una emoción que se produce en la persona cuando cree haber alcanzado una meta deseada.  Ser feliz es autorrealizarse, alcanzar las metas propias de un ser humano”.
Yo quería hacer la siguiente anotación: El problema aparece cuando seguimos unas metas u objetivos que no han sido determinados por nosotros mismos. Más adelante abordaré de manera más amplia este punto.

Para poder tener una visión más amplia y real del problema me he dedicado este último tiempo a observar la conducta de las personas con las que me cruzaba. Si por algo me caracterizo es por capacidad de captar detalles que a los demás se les suelen escapar.

Ya de por sí la primera impresión fue un tanto negativa. La mayoría de las personas con las que me crucé parecía tener la mirada vacía. Gente que no mira a nadie ni a nada. Simplemente caminan, siguiendo una rutina que tienen tan asimilada que no se dan cuenta de lo que tienen a su alrededor.

Después de un tiempo y desde mi humilde opinión pude diferenciar dos tipos de personas:

1º Las personas que parecen felices: simplemente no piensan en el tema, dejándose llevar por lo que piensan que es lo correcto. Siempre siguen una rutina predeterminada e inconsciente.

2º Otras que sin embargo hacen planes: tener pareja, una casa, dos hijos, una segunda casa en el campo, jubilarse, etc. Mientras están ocupadas con eso son como toros en busca de toreros: reaccionan instintivamente, siguen adelante sin saber dónde está el objetivo.

Creen que el sentido de la vida está en conseguir el mejor coche y la casa de sus sueños, ganar más y más dinero hasta que una vez jubilados dediquen el resto de sus días en descansar de lo agotador que ha sido el recorrido de aquel camino al que llaman “vida”. Pero a pesar de todo eso sus ojos muestran una tristeza que ni ellas mismas saben que llevan en el alma.

Con esto no quiero decir que nadie sea feliz porque no lo sé, no sé si todo el mundo es infeliz. Solo sé que están siempre ocupados: haciendo horas extras, cuidando a los hijos, al marido, a la mujer, yendo cada mañana a un trabajo que piensan que no merecen, pensando en qué hacer mañana, en qué hay que comprar, en qué hay que tener para no sentirse inferior, etc.

De hecho, pocas personas me dijeron “Soy infeliz”. La mayoría dice: “Estoy de maravilla, he conseguido todo lo que deseaba”. Entonces les pregunto ¿Qué te hace feliz? A lo que responden: “Tengo todo lo que una persona podría soñar: familia, casa, trabajo y salud” Entonces pregunto de nuevo: ¿ Ya se ha parada a pensar si eso lo es todo en la vida?. A lo que le sigue la respuesta: “Sí, eso lo es todo”. Insisto: “Entones el sentido de la vida es el trabajo, la familia, los hijos que van a crecer y a dejarlo, la mujer o el marido que se convertirán más en amigos que en verdaderos amantes. Y el trabajo que se acabará algún día. ¿Qué va a hacer cuando eso suceda? Contesta: “En realidad cuando mis hijos crezcan, cuando mi marido o mi mujer sea más amigo que amante, cuando me jubile, tendré tiempo para hacer lo que siempre he soñado”

A lo que pregunto: ¿Pero no has dicho que ya eras feliz ahora? ¿No estás haciendo lo que siempre has soñado? Lo que ocurre es que siempre acaban descubriendo que les falta algo. El dueño de la empresa todavía no ha logrado crear el negocio con el que soñaba, el ama de casa le gustaría tener más independencia o más dinero, el chico enamorado tiene miedo de perder a su novia, el recién graduado se pregunta si escogió la carrera correcta… E incluso cuando encuentro a alguien que hace lo que ha escogido, esa persona tiene el alma atormentada. No ha encontrado la paz. Todos creen que si paran la vida pierde sentido.

La mayoría de ellos simplemente se preocupan por aparentar y demostrar a la sociedad lo bien que les está tratando la vida. Y para ello no hay nada más cómodo que seguir estos sencillos pasos:

Pensar en lo que pueden opinar los vecinos, demostrar que sois felices, que hacéis barbacoa los domingos, que veis la televisión, que ayudáis a la comunidad. Pensad en la sociedad y vestíos de modo que todos sepan que entre vosotros no hay conflictos. No miréis a los lados, alguien puede estar viéndoos, y eso es una tentación, puede significar divorcio, crisis, depresión, desconfianza…..

Sonreíd en las fotos. Poned fotografías en la sala para que todos las vean. Cortad la hierba, haced deporte, para poder permanecer congelados en el tiempo. Cuando el deporte ya no mejore vuestro aspecto, lamentaos por lo que un día fuisteis o pudisteis ser. Pero no lo olvidéis nunca: estas reglas se establecieron en algún momento y tenéis que respetarla. ¿Quién estableció las reglas? Eso no tiene importancia, no os hagáis jamás ese tipo de preguntas, porque serán válidas siempre, aunque no estéis de acuerdo con ellas.

Antes de continuar quería hacer hincapié en que uno de los problemas más graves de esta sociedad es el dinero. Siempre vas a desear tener más, aunque no sepas ni siquiera en qué gastarlo. Se ha convertido en algo tóxico. Y es que: “El dinero no trae la felicidad”. Aunque posiblemente ya hayas escuchado esta frase en repetidas ocasiones. Me gustaría subrayarla para que nunca se nos olvide.

Ante todo nadie debe preguntarse lo siguiente: ¿Por qué soy infeliz? Esta pregunta trae consigo el virus de la destrucción de todo. Si nos preguntamos eso, querremos descubrir lo que nos hace felices. Si lo que nos hace felices es diferente de aquello que estamos viviendo, o cambiamos de una vez, o seremos más infelices todavía.

Y eso es algo que no nos podemos permitir. Nunca comprenderé porque la gente no se atreve a perseguir sus sueños. Aunque siempre se ha dicho que solo los valientes logran cumplirlos. La vida esta para soñar, para disfrutar de los pequeños momentos que hacen que merezca la pena. Al fin y al cabo todo soñamos con algo, eso es lo que hace grande al ser humano. Vida solo hay una, y al mínimo síntoma de infelicidad deberíamos  poder tener la capacidad de dejarlo todo y lanzarnos de cabeza a por ellos.

Quizás yo ahora me encontraba en esa misma situación: conociendo a una chica con personalidad, el trabajo que empezaba a ir bien, y una gran posibilidad de que las cosas acabasen equilibrándose con el tiempo. Tenía la posibilidad de conformarme. Aceptar lo que la vida me estaba ofreciendo, no prestar atención a los ojos de las personas…
Pero no, no podía pensar así. Si me comportaba de la manera en que la gente esperaba que lo hiciera, me convertiría en su esclavo. Es preciso un enorme control para evitar que eso suceda, porque la tendencia es estar siempre dispuesto a agradar a alguien, principalmente a uno mismo.

Me di cuenta de que todo a tú alrededor sucede como si estuviese planeado desde hace mucho tiempo. Todo el mundo cree que el objetivo de esta vida es seguir un plan. Nadie se pregunta si ese plan es suyo o si se creó para otra persona. Acumulan experiencias, recuerdos, cosas, ideas de los demás, que es más de lo que pueden cargar. Y así, olvidan sus sueños. Me encontré con que muchas personas me dijeron que no lograban encontrar nada que les motivase para seguir adelante. Sin embargo, si dicen que no han hecho lo que deseaban… ¡Entones sabían que era lo que querían!

En cuanto a la realidad, es simplemente la historia que los demás contaron respecto al mundo y de cómo deberíamos comportarnos en él. Pero yo ahora hago otra pregunta: ¿Y qué pasa si yo no quiero seguir ese camino?” En cuanto te desvías un poco del plan ya te critican o te tachan de raro o de irresponsable.

Aprovecho esta ocasión para mostrar mi desaprobación hacia esta palabra tan desgastada y mal usada. Existe la tendencia de llamar raro a todo lo que se supone que no entra dentro de lo que suelen designar como “normal”. Yo me pregunto entonces ¿A qué llamáis normal? Recuerdo que una vez leí un cuento que decía así:

“Un poderoso hechicero, queriendo destruir un reino, colocó una poción mágica en un pozo del que todos sus habitantes bebían. Quien tomase aquella agua, se volvería loco. A la mañana siguiente, toda la población bebió y todos enloquecieron, menos el rey, que tenía un pozo privado para él y su familia, donde el hechicero no había conseguido entrar. El monarca, preocupado, intentó controlar a la población ordenando una serie de medidas de seguridad y de salud pública, pero los policías e inspectores habían bebido el agua envenenada, y juzgando absurdas las disposiciones reales, decidieron no respetarlas de manera alguna. Cuando los habitantes de aquel reino se enteraron del contenido de los decretos, quedaron convencidos de que el soberano había enloquecido y por eso disponía cosas sin sentido. A gritos fueron hasta el castillo exigiendo que renunciase. Desesperado, el rey se declaró dispuesto a dejar el trono, pero la reina lo impidió diciendo: “vayamos ahora hasta la fuente y bebamos también. Así nos volveremos iguales a ellos”. Y así se hizo: el rey y la reina bebieron el agua de la locura y empezaron inmediatamente a decir cosas sin sentido. Al momento sus súbditos se arrepintieron: ahora que el rey estaba mostrando tanta sabiduría, ¿por qué no dejarle gobernar? El país continuó en calma, aunque sus habitantes se comportasen de manera muy diferente a sus vecinos. Y el rey pudo gobernar hasta el fin de sus días”.

Precisamente de este pequeño relato podemos sacar la respuesta a mi pregunta.  Creen que son normales porque todos hacen lo mismo. Qué razón tenía Kurt Cobain “Se rien de mí porque soy diferente. Yo me rio de ellos porque son todos iguales”

Por desgracia estamos a acostumbrados a ver en nuestro entorno a amigos y familiares que sufren de estrés, ansiedad o depresión. En la mayoría de ocasiones causado por:
 
Exceso de pasado -- depresión
Exceso de presente -- estrés
Exceso de futuro -- ansiedad

Lo que me recuerda a un extracto de un libro que decía así: “Los nómadas no tenían pasado, solo presente, y por eso siempre eran felices”.

En la mayoría de ocasiones es el pasado el que no nos deja avanzar. Todos tenemos una historia personal a nuestras espaldas pero para poder continuar hacia delante debemos saber desprendernos de ella. Por eso es tan importante dejar que ciertas cosas se vayan. Soltar. Desprenderse. La gente tiene que entender que nadie está jugando con cartas marcadas, a veces ganamos y a veces perdemos. No esperes que te devuelvan algo, no esperes que reconozcan tu esfuerzo, que descubran tu genio, que entiendan tu amor. Porque entonces solo encontrarás infelicidad. Es necesaria cerrar ciclos. No por orgullo, por incapacidad o por soberbia, sino porque simplemente aquello ya no encaja en tu vida. Cierra la puerta, cambia el disco, limpia la casa, sacude el polvo. Deja de ser quien eras y transfórmate en quien eres.

Con total certeza puedo afirmar que dedicamos el 99 % de nuestro tiempo a preocuparnos por cosas que aún no han pasado o por cosas que ya han pasado y que ya nada podemos hacer. Podría haber hecho….Debería haber dicho esto…Si aquello no hubiese pasado…Tendría que ir a…Podría haber lo otro…bla bla bla. Al menos una vez al día o incluso varias veces tu mente llega a controlarte tanto que no eres capaz de dominar tu estado de ánimo. Es fácil sentirte desanimado, perezoso, triste, tenso, malhumorado… Incluso en la gran mayoría de las veces estarlo y no saber bien por qué.

Nos pueden llamar inmaduros o irresponsables. Hacemos cosas que creemos equivocadas o ciertas, pero las hacemos. Los días son más intensos, tardan más en pasar. Y ahí posiblemente se encuentre la llave de la felicidad.

Sin embargo tú eres pobre: no controlas tu tiempo, no tienes derecho a hacer lo que quieres, estás obligado a seguir reglas que no has inventado y que no comprendes… Hay que comer tres veces al día, incluso sin hambre; debemos ayunar cuando nos salimos de los cánones de belleza, aunque estemos hambrientos. Debemos vestirnos como manda la moda, hacer el amor con o sin ganas, matar en nombre de las fronteras, desear que el tiempo pase de prisa y que llegue la jubilación, elegir a los políticos, quejarnos del coste de la vida, cambiar de peinado, criticar a los que son diferentes….

Además no olvidéis que nuestros hijos deben seguir nuestros pasos; después de todo, somos mayores y conocemos mejor el mundo. Tener siempre un título universitario, aunque no vayamos a conseguir nunca un trabajo en aquello que nos obligaron a escoger como profesión. Estudiar cosas que jamás usaremos, pero alguien dijo que era importante conocer. Jamás disgustar a nuestros padres, incluso aunque eso signifique renunciar a aquello que nos hace felices. Escuchar música a volumen bajo, hablar bajo, llorar a escondidas, por aquel que dictó las reglas del juego, la idea del éxito, la manera de amar, la importancia de las recompensas….

Cuando de pequeños nos encontrábamos con algún obstáculo en el camino, siempre nos decían “ya te acostumbrarás”. Lo que no sabían es que ese es el problema: acostumbrarse. No dejar espacio a la improvisación, a hacer cada día algo diferente, poder sorprendernos con algo nuevo.

Y es que en el continente americano, concretamente en el Norte de México, lugar conocido por sus tribus y por poseer una fuerte tradición, se realizan prácticas mágicas que a este suceso lo denominan como - El acomodador – Debido a que siempre hay un acontecimiento en nuestras vidas que es el responsable del hecho de que hayamos dejado de progresar. Un trauma, una derrota especialmente amarga, una desilusión amorosa, incluso una victoria que no entendemos muy bien, acaba haciendo que nos acobardemos y que no sigamos adelante. El hechicero, en el proceso de crecimiento de sus poderes ocultos, primero tiene que librarse de ese “punto acomodador”, y para eso tiene que recordar su vida y descubrir dónde está.

Las personas nunca aprenden nada de lo que les cuentan, necesitan descubrirlo por ellas mismas.  ¿Cuántas veces nos caemos antes de aprender a caminar? Innumerables, nadie aprendió a caminar de un día para otro, por eso siempre nos tuvimos que levantar para poder aprender. Ahora cuando nos equivocamos hay que hacer lo mismo porque repito, nadie aprendió a caminar sin antes caerse.

Por último quería animar a todos a reconsiderar si lo que está haciendo en estos momentos les acerca a donde quieren  estar mañana.  La verdad es que no hay mejor momento para ser felices que ahora. Si no es ahora, ¿Cuándo? Tu vida estará siempre llena de retos. Es mejor admitirlo y decidir ser felices de todas formas. Una de las frases que más me ha ayudado ha sido la siguiente: “Por largo tiempo me parecía que la vida estaba a punto de comenzar. La vida de verdad. Pero siempre había algún obstáculo en el camino, algo que resolver primero, algún asunto sin terminar, tiempo por pasar, una deuda que pagar. Solo entonces la vida comenzaría. Hasta que me di cuenta que esos obstáculos eran mi vida” Esta perspectiva me ha ayudado a ver que no hay un camino a la felicidad. La felicidad es el camino.

Al fin y al cabo, cuando sepamos que pronto caerá el último grano de arena en nuestro reloj, los momentos que hayamos capturado por el camino será lo que nos haga sentirnos orgullosos de nosotros mismos. El tiempo es oro.

Me gustaría poder terminar ese pequeño ensayo con una frase con la que más gente como yo puede sentirse identificada:

“A veces me emociona lo sencillo que es ser feliz cuando uno viaja y se encuentra cara a cara con lugares extraños, que hacen a uno sentirse tan lejos pero a la vez tan a gusto y cercano a ese espacio difuso llamado felicidad”

Cuando leas este texto, si es que alguna vez lo haces, te debe llevar Inevitablemente a realizarte otra pregunta ¿Soy feliz? Eso significará que mi tiempo ha sido bien invertido y el ensayo ha cumplido con su función.


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