domingo, 3 de abril de 2016

Tánger: La puerta de entrada a África

En esta ocasión viajamos a un nuevo continente África: ¡El gran desconocido!
La idea surgió al tener un conocido viviendo en Marruecos que nos ofrecía su casa para pasar unos días allí en enero. Concretamente él vivía en una ciudad situada al norte: Tánger.
Situada nada mas cruzar el estrecho de Gibraltar, a solo unos pocos kilómetros de España nos encontramos con esta gran urbe, también conocida por ser la Puerta de entrada a África desde el continente europeo.
Nos lanzamos al viaje sin apenas conocer nada de ella, compramos un vuelo muy barato con apenas tres semanas de antelación y allí que nos presentamos el viernes 29 de enero para pasar el fin de semana completo.

La verdad es que al viajar a un país árabe lo hacíamos quizás con bastantes prejuicios ante una cultura que se nos presentaba totalmente desconocida.... pero estábamos dispuestos a verlo con nuestros propios ojos antes de sacar conclusiones.

Tánger nos recibió con una hora menos que en España y con un gran día soleado y con una temperatura más que agradable. Aunque la primera impresión que tuvimos no resultó ayudar porque nos retuvieron en la aduana unos veinte minutos por no saber la dirección del domicilio de la persona que nos venía a recoger. La solución nos salió cara ya que tuve que conectarme con los datos a Internet y mirar el mapa de la ciudad para inventarme una dirección :S
Una vez fuera del aeropuerto nos encontramos con el marroquí que nos iba a hacer de guía durante nuestra estancia allí.
Durante el trayecto en coche hasta la zona del puerto me llamó la atención lo verde que estaba todo. Además del caos que había en la carretera, la forma que tienen de conducir es una locura, se cruzan en las rotondas cuando quieren, no paran de pitar por todo, se te cuelan en cualquier hueco.... etc.


Una vez en la zona del puerto observamos que estaba toda la ciudad en obras, pero cuando digo toda la ciudad es toda la ciudad, aceras levantadas, calles cortadas, movimiento de obreros y camiones constante,... todo esto hacía que la ciudad estuviese cubierta de polvo.  El hombre este nos explicó que es que están llevando a cabo un proyecto de remodelación llamado Tánger-Metrópoli con el cual se creará una zona industrial al sur de la ciudad, una línea de alta velocidad entre Casablanca y Tánger y una zona portuaria parecida a las de las ciudades europeas.
Lo primero que hicimos fue parar a comer en un bar cerca del puerto. Por lo visto era muy típico comer a base de tapas: pinchos de carne, ensalada de verduras, pescado frito y un poco de cuscús.
El camarero en todo momento fue muy servicial y hablaba español perfectamente. Ni hay que decir que en esta zona de Marruecos la influencia de la España es enorme, casi parecía más una ciudad europea que marroquí.
Una de las cosas que desconocía era que el cuscús solo lo sirven los viernes, los demás días de la semana es muy dificil encontrar este plato tan conocido y bueno :)
Estuvimos en el bar sentados como unas tres horas, y yo me moría de ganas por salir a conocer la ciudad, pero era el anfitrión el que mandaba así que tocaba aguantarme.
Cuando nos quisimos dar cuenta ya había anochecido y nos fuimos a la casa del hombre, la cual estaba en pleno centro y a mi parecer demasiado grande para una persona que vivía sola.
Aunque la temperatura en la calle era muy suave, en los sitios cerrados como las casa si es cierto que al ser los suelos de mármol y eso, hacía un poco de frío. Lo que más me impresionó de la casa fue el pedazo salón que tenía, más adelante adjuntaré foto.

A la mañana siguiente marchamos hacia la medina, nombre que se la da a la zona antigua de las ciudades árabes. Característica por sus calles estrechas, casas antiguas y en donde vimos la cultura marroquí de verdad. ¡Al fin empezaba la parte interesante del viaje!


Toda la zona era como un gran bazar, donde vendían todo tipo de cosas, desde comida a ropa. Debido a que es un país árabe, es dificil encontrar lugares donde vendan alcohol, que haberlos los hay, pero no se ven mucho. En esta zona de la ciudad sí es cierto que la gente te miraba un poco mal y había que tener cuidado con posibles carteristas. Nos seguimos adentrando por sus coloridas calles, y en cuanto tuve un hueco me separé para explorar un poco más y sacar alguna foto.


Una de las partes que más me gusto fue la del mercado con todos esos olores, olores y vida local. El hombre que nos acompañaba la verdad es que se portó genial y como aún no habíamos cambiado los euros a dirhams nos compró un poco de fruta y de verdura, también aprovechamos y compramos pescado para la cena.


Algo que me hacía mucha gracia era ver las enormes teterías llenas de hombres sentados, viendo el fútbol y tomándose un té verde. Eso sí, no veías una mujer en ellas ni de lejos. Lo de que son machistas sí que pudimos ver de primera mano que es cierto, las mujeres no participan mucho en las actividades de los hombres, y de noche nos decían que era muy peligroso que saliesen a la calle.


En está última foto se puede ver el típico pan que usan para acompañar todas las comidas, una verdadera delicia, pan tipo pita.
A la vuelta del mercado estuvimos un rato paseando por la zona del puerto, la cual estaba llena de abuelos paseando con sus características chilabas o túnicas.
Paramos a comer en un restaurante más europeo que árabe en donde vimos el Barça-Atleti. El fútbol es la pasión de los marroquíes, en las teterías, bares y restaurantes podían tener hasta tres partidos a la vez, de las diferentes ligas europeas, con el volumen super alto por cierto.
De nuevo estuvimos demasiado tiempo sentados en el restaurante y ya me empezaba a cabrear, no había hecho un viaje para estar sentado todo el día. Por cierto ganó el barcelona ;)
Porque es que además, nada más terminar el partido nos fuimos a una tetería para ver al hermano del hombre este y estuvimos sentados otras dos horas.
Una de las cosas que más ganas tenía de hacer era probar el té moruno, pero me llevé una gran desilusión cuando al probarlo me di cuenta de que era dulce no, lo siguiente. Y es que por lo visto, le echan tres cucharadas de azúcar y hojas de menta lo que hace que tenga un sabor casi intragable a mi parecer.


En la siguiente foto podéis ver el salón, si es que se le puede llamar así, de la susodicha casa en la que nos alojábamos.

Antes de que anocheciese fuimos en coche hacia las Cuevas de Hércules, el mayor atractivo turístico de la ciudad, el cual se encuentra a tan solo 14 km de la ciudad. Durante el trayecto íbamos bordeando la costa y fuimos testigos de un atardecer de ensueño, además por el camino vimos algún que otro camello. Sin embargo, a pesar de que dije de bajarnos para verlo mejor y hacer una foto no me dejaron. Finalmente llegamos a las cuevas pero estaban cerradas, así que nos fuimos a casa por donde habíamos venido.
Una vez de vuelta en la ciudad, fuimos a pasear por una de las calles principales y vimos como había un grupo de chicos en patines que estaban por ahí dando vueltas constantemente. Pues en una de esas, vemos como uno de ellos se lanza desde una cuesta hacia un hombre que salía de una tienda con una pizza en las manos y el susodicho chico se la quita de las manos y se cae al suelo. Inmediatamente el hombre salió corriendo como una bala detrás de este hasta que le pilló y le empezó a meter patadas. Lo último que ví fue que se lo llevó para que le comprase otra pizza. La curioso de todo esto es que la gente lo veía como normal, y que la policía que había por los alrededores no hiciese nada...

ANTES DE NADA OS DEJO UNA DE MIS CANCIONES ÁRABES FAVORITAS PARA DAR UN POCO DE AMBIENTE ;)

                                        

El domingo yo había propuesto hacer dos excursiones, una era Asilah: un pueblo costero situado en el litoral atlántico a tan solo 46 km de Tánger. La otra era Chefchaouen: el pintoresco pueblo azul a unos 140 km hacia el sur.
Otra desilusión que me llevé en este viaje,...  solo quisieron hacer la excursión corta, es decir la de Asilah.
Esta vez nos acompañaba también una amiga/novia de nuestro anfitrión la cual era bastante maja, aunque no se la entendía muy bien en español. Aprovecho esta ocasión para decir que las chicas árabes son bastante más guapas de lo que me esperaba.
Durante el trayecto aparte de que me dejasen la cabeza como un bombo por la música árabe que llevaban a todo volumen, también pude ver todo el paisaje y vida rural de los alrededores de Tánger.
Otra vez paramos en las Cuevas de Hércules, las cuales estaban repletas de turistas. La entrada era gratuita y aunque eran pequeñitas, eran curiosas. Sobre todo por la apertura que da al mar, conocida como el "Mapa de África" por la forma que tiene.


Como las carreteras son un poco malas tardamos más de lo que pensaba en llegar a Asilah. Era un pequeño pueblo costero con un estilo marroquí claro, pero que a la vez podía pasar por cualquier pueblo de Cádiz o Málaga.



Para ir picando durante nuestro paseo compramos una bolsa de cacahuete, muy típico de esta zona. El pueblo por dentro era bastante bonito y un poco laberíntico. Todo, absolutamente todo era de un color blanco impecable mezclado con tonos azules que acompañaba al gran día soleado que tuvimos.


Además tuvimos la gran suerte de que no había apenas gente por lo que pudimos dar un más que agradable paseo. La tranquilidad que se respiraba en ese pueblo era contagiosa, además estaba muy bien cuidado y limpio que es de agradecer.


Al final de la zona amurallada llegamos a una especie de mirador que daba hacia la costa que a pesar de que no tenía muchas zonas de playa sí que poseía unas pequeñas calas con un encanto especial. Es innegable que en estos pueblos costeros se debe llevar una calidad de vida que no las hay en las grandes ciudades.


Allí nos quedamos un buen rato, tumbados al sol con esta magnifica vista de postal. Mientras tanto, en los alrededores se escuchaba tocar a un grupo de músicos callejeros. Me llamó la atención su vestimenta, así que antes de hacerles una foto les pedí permiso y este fue el resultado:


Para el camino de vuelta decidimos rodear el pueblo por el lado contrario y así ver esa parte. No tardamos mucho tiempo en volvernos a encontrar en la puerta de entrada de la medina. Nada más salir paramos a comer en un restaurante en el la especialidad era el pescado, pero yo como acostumbro a ir al contrario que los demás me pedí un plato de carne con especias que estaba cojonudo la verdad.
Mientras terminaban de comer me fui afuera a dar una vuelta por la zona de las rocas y del puerto y para mi sorpresa me encontré con algo muy curioso: una tumba muy peculiar, solitaria mirando hacia la costa. ¿Que haría ahí?


Nada más salir de terminar de comer decidieron que era hora de volver a la ciudad,
A la vuelta sí que pillamos un poco de atasco debido a que como nos dijeron, los domingos es el único día que tienen para descansar los marroquíes del trabajo porque trabajan muchas horas durante el resto de la semana.
A la vuelta fuimos hacia la zona de la medina para hacer algunas compras. En una de las tiendas compramos unos vasos de té y por supuesto un té verde, además aprovechamos también para llevarnos una caja grande de pastas. Aunque después de probarlas debo decir que me gustan más las pastas libanesas (baklava).
Mientras estábamos allí me fije en un detalle en el que no había caído antes y es que las farmacias en vez de tener el símbolo de la cruz tenían el de la media luna, algo más que razonable...
Para poner fin al viaje, la chica que nos había acompañado durante todo el día nos preparó una merienda/cena a base de tortitas y dulces típicos de allí. La verdad es que estaba buenísimo todo, además le pedí que el té lo hiciese menos dulce a lo que accedió sin problemas hahahaha

Ya era lunes, día en el que nos regresábamos a España, así que al despertarnos preparamos la maleta y con todo el equipaje listo esperamos a que el hombre volviese de trabajar.
Aunque vino con el tiempo un poco justo, llegamos con tiempo al pequeño aeropuerto de Tánger.
Allí nos despedimos de el que fue nuestro anfitrión y le agradecimos lo bien que se portó con nosotros.El vuelo de vuelta se hizo un poco pesado pero sin problemas mayores.

Haciendo balance del viaje tengo que comentar varias cosas: Tánger me pareció una ciudad un poco caótica y sin mucho que ofrecer, la comida me la esperaba mejor pero también puedo influir que fuimos a restaurantes más europeos que otra cosa, sin ninguna duda me quedo con el pan :)


Pudimos aprovecha el viaje un millón de veces más porque no vimos ni la mitad de lo que tenía pensado, pero no era quien yo para decirle lo que hacer al que nos estaba ofreciendo su casa y su coche para llevarnos a todos los sitios.
En cuanto a la cultura árabe perdimos algunos prejuicios en cuanto a que las mujeres son más modernas de lo que pensábamos y que la gente es muy abierta. Pero también pudimos observar que inspiran un poco de desconfianza, aunque seguramente todos sean figuraciones nuestras.
Marruecos me parece un país que tiene mucho que ofrecer y estoy convencido de que la parte de Tánger no tiene nada que ver con el resto del país.

La próxima vez me adentraré por la zona del Atlas y del desierto del Sahara. Quizás haga una ruta grande añadiendo las ciudades imperiales.

¡Me muero de ganas por conocerlo!

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