martes, 14 de febrero de 2017

Tailandia, el país de las sonrisas

En noviembre era la hora de un viaje soñado, un viaje que surgió de la improvisación y de nuestra locura: ¡Tailandia!

Todo comenzó unos meses atrás cuando estuve planeado hacer una ruta por Escocia para principios de otoño... Se lo comenté a una compañera de trabajo por si se animaba a venir conmigo. Ella en cambio, me dijo que si no estaba dispuesto a probar otros destinos más exóticos y cálidos. A lo que obviamente yo no me pude negar, salvo porque tenía un presupuesto muy ajustado.
Así fue como comenzamos a intimar más y a buscar opciones de vuelos baratos a la zona del sureste asiático. Más que por el destino, nos dejábamos influenciar más por el precio. Nuestras primeras opciones fueron Filipinas y Malasia. Pero nosotros queríamos algo más cultural y exótico...  Así es como llegamos a Tailandia, un país que nos ofrecía de todo, con lo que parecía ser el destino ideal para tener una primera toma de contacto con esta zona.


Así fue como desde el día 09 al 22 de Noviembre estuvimos haciendo un recorrido por Bangkok y el Norte de Tailandia. Con la suerte de que unas semanas más tarde, esa compañera de trabajo que iba a viajar conmigo se convertiría en algo más que eso... una compañera de vida ;)

Antes del viaje hicimos algunos preparativos, como ponernos alguna vacuna (simplemente para prevenir), comprar las pastillas contra la malaria, y reservar los hoteles para así evitarnos posibles problemas de ocupación. Los hoteles nos salieron por una media de 12 euros la noche, en habitación doble. Muchos consideran que fuimos imprudentes al viajar sin seguro, pero confiamos en que todo iba a salir genial y así fue.

Los nervios pre viaje nos invadieron una semana antes, parecía que el tiempo se nos echaba encima y aun nos quedaban algunas cosas que rematar del itinerario... Y finalmente llegó el 09 de Noviembre, nuestro avión salía desde la T4 a las 14:25 h. Volábamos con la compañía Emirates por un precio de 500 euros ida y vuelta. Llegamos con demasiado tiempo de antelación, así que fumos al mostrador de facturación para ver si había asientos libres en el medio del avión. Cambiamos los asientos y decidimos no facturar la mochila.

Una vez dentro del avión nos dejamos agasajar por las comodidades de Emirates: pantallas individuales en los asientos, azafatas deslumbrantes, un servicio de alimentación bastante decente y suficiente espacio para poder estirar las piernas ;)
El vuelo a Dubai nos lo pasamos como un par de niños, disfrutando con cada pequeño detalle. El avión iba medio vacío y el tiempo se pasó bastante más rápido de lo que me esperaba.
Alrededor de las 00:15 hora local estábamos aterrizando al imponente aeropuerto de Dubai, el cual es uno de los aeropuertos de conexión más importantes del mundo.
Teníamos tres horas de escala para dar un largo paseo por aquel ostentoso aeropuerto: aunque parecía más un centro comercial, repleto de tiendas y restaurantes.... Caminando y caminando llegamos a nuestra terminal, donde a las 03:05 h saldría el vuelo hacia Bangkok. 
Este segundo vuelo se pasó mucho más lento, con mucha gente, sin conseguir dormir, y para rematar tardaron demasiado en traer el desayuno, pero.... ¡Estábamos en Tailandia!

BANGKOK

Esa sensación que te invade cuando pisas por primera vez un país nuevo.... Los olores, el calor, la gente, el idioma, el ruido.. ¡Todo! En el aeropuerto cambiamos algo de dinero para los primero gastos e inmediatamente salimos hacia la aventura de aquella ciudad llamada Bangkok.
Capital de Tailandia, supone el mayor núcleo de población de todo el país con casi diez millones de habitantes... Allí eran las 12:25 h cuando salimos del aeropuerto para tomar por 1 euro el SkyTrain hacia la estación central de Phaya Thai. Este tren que recorría la ciudad desde las alturas nos permitía tener un primer contacto visual de esta. Cuando llegamos nos encontramos de golpe con esa mezcla de decadencia, caos, olores, colores, calor, ... tan característico de Bangkok. La sensación que daba era un poco de suburbio, con las calles estrechas y sucias, y todo el tráfico que no sabías ni por donde te venía... Un poco desorientados intentamos caminar sin rumbo fijo, simplemente caminando para ver si encontrábamos algún taxi. Lo peor de todo es que cuando al fin lo encontramos no conseguimos que nos llevase :S No sabemos si por la dirección que le mostrábamos o por la pintaza de mochileros que teníamos hahaha.
Pero todo pasa por algo... y en este caso fue para ver algo que no se me olvidará jamás: ¡Un mono montado de piloto en una moto! No podía creérmelo... En ese momento pensaba que estaría viendo algo común en aquel país, sin embargo más tarde me daría cuenta de que no era así.
Al probar con el Tuk Tuk tuvimos más suerte, por tan solo 1,50 euros cada uno nos llevó hasta la misma calle del hotel.  Este vehículo de tres ruedas constituye todo un símbolo nacional, nadie debería perderse un trayecto con ellos por el centro de Bangkok en nuestra visita al país de Siam. Recordando que hay siempre hay que negociar el precio para que no nos hagan el lío,
La experiencia de la primera vez que montamos en este peculiar medio de transporte es inolvidable. Teniendo en cuenta que allí conducen al contrario que nosotros, y que su habilidad al volante difiere un poco de la nuestra... la diversión está asegurada. Eso si, tendréis que estar dispuestos a tragar unos cuantos kilos de contaminación.

Nada más llegar a la calle en donde teníamos el hotel nos quedamos fascinados de ella. Se trataba de una calle semi peatonal, llena de comercios pero bastante tranquila. Con un aire un poco hippie, en donde podías ver gente de todos los colores y estilos... El hotel que teníamos reservado estaba un poco escondido, sobre todo si tenemos en cuenta que había más con el mismo nombre: New Siam II,
Comparado con el resto de hoteles que tuvimos durante el viaje, este de Bangkok resultó ser un poco cutre. La habitación de la cama dura, el aire acondicionado hacía un ruido infernal y el baño se inundaba con poco... Sin embargo para lo que lo queríamos más que suficiente. Fue dejar las cosas y disponernos a investigar los alrededores.

El calor y la humedad apretaban, cosa que era de agradecer, ya que en Madrid ya había empezado a refrescar. Por lo que paramos a comer en uno de los tantos puestos callejeros que había repartidos por la Rambuttri Road. Al momento de ver la carta nos quedamos pasmados con los precios... Por solamente 2,50 euros pudimos comer un plato de arroz con curry, acompañado de un batido de fruta del dragón ;) Un primer contacto con la cocina tailandesa más que positivo.


Siguiendo nuestra ronda por la zona vimos algunos de los famosos puestos en donde vendían todo tipo de insectos. Yo es que no sea precisamente muy escrupuloso, pero los escorpiones daban un asco... En cuanto nos quisimos dar cuenta ya se había de noche, y es que no habíamos caído en que aquí anochecía a eso de las 18:00 h y amanecía a las 06:30 h. Esto provocó que el Jet lag no tardase en producir su maldito efecto y nos entrase un sueño matador.


Con la noche, la calle fue adquiriendo un matiz más intimo, toda ella se tiñó con farolillos de colores, creando así un ambiente mágico y super acogedor. Aprovechamos para parar a cenar en un bar gracias al poder de persuasión de una peculiar mujer que nos convenció para comer unos deliciosos noodles con una cerveza Chang. Hago un inciso para indicar que hay tres marcas de cerveza en Tailandia: la Chang, la Shinga y la Leo. Poco a poco iríamos conociendo las tres y buscando nuestra favorita.

La primera noche en Bangkok me costó un poco encontrar el sueño porque había un poco de ruido por los alrededores, y por culpa del aire acondicionado que parecía que se iba a caer del techo....
Al día siguiente, bien temprano bajamos a desayunar al que sería nuestro puesto callejero favorito durante nuestra estancia en la capital.
Sin saber muy bien por donde movernos decidimos dirigirnos hacia la zona del río Chao Phraya. Esperando encontrar un lugar por el que pasear y hacernos una idea de la ciudad. Sin embargo, nos llevamos un pequeño chasco cuando nos encontramos con que no hay una rivera del río como tal, sino que toda esta se encuentra cerrada. No hay lugar por el que acceder al río, salvo excepciones como pequeños embarcaderos o espacios reservados para los hoteles.

Abro un espacio para comentar que uno de los secretos con lo que cuenta Tailandia para ser uno de los países más visitados del mundo es su gente. ¡Por algo lo llaman el país de las sonrisas! La gente siempre esta dispuesta a ayudarte, con una sonrisa, amables y educados en todo momento. Son realmente encantadores. De hecho, uno de los Tuk Tuk que había parados se ofreció a explicarnos los lugares más recomendados para visitar. Sobre todo teniendo en cuenta que debido a que el rey había fallecido recientemente muchos monumentos cerraban sus puertas durante unas horas para dedicarse al rezo y al culto de este.

El hombre nos convenció para hacer una excursión en barco a 13 euros p.p por los canales de Bangkok. Posiblemente habría otras opciones más baratas, si hubiésemos buscado más, pero por ser el primer día y porque el barco era privado para nosotros dos decidimos dejarnos llevar por aquel buen hombre. Luego vimos que se podía realizar en barco público por un precio bastante más barato.


Como podréis ver en las fotos el color del agua del río dejara entrever que muy limpia no estaba. Curiosamente había barcos que se dedicaban exclusivamente a limpiarlo de una especia de algo invasora que estaba por todas partes. Además de mencionar la cantidad de contaminación que expulsaban estos barcos...


Creo sin ninguna duda, que este paseo por los canales es una actividad totalmente recomendable si estas de paso por la ciudad. Por estos canales (Klongs) Bangkok se ha ganado el nombre de "Venecia del Este". Antiguamente los Klongs fueron usados, además de para ocuparse de las aguas residuales de Bangkok, para el transporte de mercancías y personas y para la venta en los mercados flotantes.


El paseo duraba alrededor de una hora, en la cual parecía que nos habíamos adentrado en un lugar totalmente diferente. Me llamaba la atención el estado de las viviendas, algunas de ellas casi derruidas o sumergidas... Las condiciones de higiene, y de calidad de esas personas, sobre todo en verano, con la humedad en su mayor apogeo, debería ser lamentable :S


Había ocasiones en las que la propia vegetación se comía la casa y todo lo que había en su paso. Anteriormente, estos canales recorrían toda la ciudad. Hoy en día gran parte de los canales han sido reconstruidos como calles, quedando sólo algunos en la parte oeste del río Chao Phray


Se me hacía tan curioso ver a la gente local en su día a día... En una de las paradas que hicimos se nos acercaron unas mujeres en barcos flotantes para vendernos algo de comer o de beber. ¡Eso si que es saber ganarse la vida.


Terminamos el recorrido con la sensación de haber invertido bien el dinero y habiendo disfrutado al máximo la experiencia. Nada más bajar al embarcadero nos enganchó una mujer tuk tukera bastante agradable que nos convenció para llevarnos. Después de regatear un buen rato, acordamos hacer dos paradas en alguno de los monumentos más importantes. La primera parada era el Buda Gigante: nuestro primer contacto con un templo budista. Como he comentado antes, la población de Tailandia estaba de luto por la muerte del rey, considerado casi como un dios para ellos. Esto influía en que la mayoría de la gente iba vestida con prendas negras, la ciudad se encontraba repleta de imágenes suyas así como de lazos negros, y en los templos se realizaban rezos y ceremonias todos los días.


El ambiente silencioso como a la vez místico que se crea en estos templos es mágico. Cuando estás allí te envuelve una sensación de paz y tranquilidad interior indescriptible. Ese olor tan intenso a incienso... ¡Que recuerdos!


Cuando salimos de allí la mujer nos hizo un poco el lío porque nos llevó a una tienda de trajes para que comprásemos algo y así llevarse comisión.... Así que para hacerle un favor a la mujer compramos un monedero y continuamos con el recorrido.

La segunda parada fue la llamada "Golden Mountain" o Wat Saket. Este wat (templo) es muy curioso ya que se encuentra en una colina artificial de unos 60 metros. Está coronado por una estupa a la cual se llega después de haber subido los 318 escalones de la colina “dorada”.



A lo largo del camino se puede disfrutar de estatuas, pequeños jardines y campanas que atraen la buena suerte (o esto dicen!). Las vistas de 360 grados de la ciudad merecen el esfuerzo!
Entre toda la vestimenta oscura por el luto destacaba el color naranja de los monjes, ya que el budismo en Tailandia tiene una gran influencia en la vida diaria de su población.


Desde arriba se podían distinguir claramente las diferentes partes de la ciudad. Incluso a lo lejos se dejaban ver los grandes rascacielos de la zona financiera...


Nuestro transporte acababa aquí, por lo que el resto del día continuaríamos a pie. Guiándonos como podíamos con un mapa logramos llegar a la gran zona amurallada del Palacio Real. Para lograr entrar a las inmediaciones de este tuvimos que pasar un control de seguridad ya que se estaba celebrando un evento en honor al rey.
Con la gran sorpresa de que estaba repleto de puestos de comida y bebida gratuitos en donde nos pusimos finos a comer... En España algo así habría sido impensable hahaha Y es más, los propios tailandeses nos animaban a tomar todo lo que se nos ofrecía ;)


Uno de lo momentos más impactantes llegó cuando de repente nos mandaron a todos sentar, como si de una dictadura se tratarse, para esperar a que pasase el hijo del rey. Ver a toda esa gente vestida de negro sumida en un silencio inquietante fue realmente conmovedor...
Cuando todo volvió a la normalidad intentamos entrar a lo que se correspondía con Palacio Real en sí. Un gran conjunto arquitectónico formado por un grupo de edificios que sirvieron como sede real hasta mediados del siglo XX. 


El lugar más importante del palacio es el templo Wat Phra Kaew, en el cual se encuentra el Buda de Esmeralda, el más valioso y venerado de Tailandia. Nosotros decidimos no entrar porque el preció nos pareció demasiado abusivo, la entrada rondaba los doce euros por persona....
A la salida y entre todo el bullicio nos topamos con una pequeña tienda en donde vendían unos pañuelos preciosos adornados con elefantes por tan solo tres euros. Pensamos que en el norte los precios serían mas baratos y tendríamos la oportunidad de comprarlo, cosa que no fue así.... así que si alguien pasa por Bangkok próximamente..¡Que se acuerde de traernos uno!

A continuación pasamos directamente a visitar el siguiente templo que teníamos apuntado: Wat Pho.
Este templo es especialmente conocido por tener en su interior al gran Buda Reclinado que, con sus 46 metros de largo y 15 metros de altura, es la estatua de Buda reclinado más grande de Tailandia. Toda la estatua está recubierta de pan de oro y resulta bastante interesante su visita.


El Buda Reclinado resulta más espectacular en vivo y en directo que en cifras e imágenes. Sorprende ver como la estatua encaja casi milimétricamente en el templo en el que se encuentra. Apenas hay sitio para los dos pasillos por donde se le rodea caminando.


En la parte trasera del templo veremos decenas de recipientes y en una mesa cercana encontraremos urnas con monedas. Representa la tradición budista de repartir limosna. Si queremos realizarla, podemos coger una de las urnas e ir echando las monedas en los distintos cuencos. Hay momentos en los que el ruido de las monedas cayendo envuelve toda la sala.

Es necesario advertir que la entrada a muchos templos no está permitida con pantalón corto o camisetas sin mangas. Si no lleváis ropa adecuada en la puerta os la prestarán de forma gratuita. De hecho a Ruth le prestaron un especie de kimono para poder acceder a esta sala del buda reclinado ;) Con el fin de salvaguardar mi integridad física he decidido no adjuntar ninguna foto hahaha
Además también es obligatorio descalzarse para entrar a cualquier sala donde este presente la imagen de Buda.


Después de ver el buda reclinado seguimos dando una vuelta por el recinto de este magnifico templo. No se si la visita del Palacio Real merecería la pena o no, pero lo que si puedo afirmar es que la entrada a este Wat Pho solo nos había costado dos euros y medio (botella de agua incluida) y era realmente bonito.


Una luz dorada invadió el lugar cuando el sol empezó a caer, reflejando así sus últimos rayos en los cristales de los tejados. Pudimos disfrutar de un agradable paseo entre aquellas estructuras en forma de campana tan características de este acogedor wat.


A medida que iba anocheciendo el lugar se empezó a vaciar de gente, a excepción de los monjes que se quedaban rezando. Por supuesto no olvidarnos de nuestros compañeros los gatos ¡Estaban por todas partes!

De vuelta al hotel intentamos orientarnos pero terminamos por perdernos entre tanta calle con nombres irreconocibles y la ausencia de una referencia clara con la que guiarnos. Incluso de camino unos estudiantes nos hicieron una entrevista para un trabajo de clase.
Lo positivo de todo esto es que de casualidad nos internamos por la famosa Khao san road, la calle más famosa de Bangkok. Reconocible por películas como "Resacón en Tailandia". Hoy en día, probablemente sea el "gueto" de mochileros más grande del mundo. Era de noche y al ver todas esas luces y ese jaleo, pensé. ¡Qué coño es esto! Intenté pasar lo más rápido posible por allí... No es de extrañar que los precios de los hostales sean tan baratos.


Me viene de perlas para mencionar a los Ladyboys: el tercer sexo que predomina en Tailandia. Se trata de toda una cultura, pues estas personas son tan respetadas como los heterosexuales en el país asiático. Personas cuyo aspecto externo era el de un hombre y que ha pasado a tener la apariencia de una mujer, es decir, travestis. Era muy común verlos por esa zona de la ciudad sobre todo.

De vuelta al hotel bajamos a cenar unos ricos noodles con una ensalada de papaya (picante) y de postre un rico batido de mango. ¡Todo por solo 2 euros!
Esa noche ya teníamos el cuerpo mas acostumbrado al cambio horario (seis horas más que en España) y pudimos descansar bastante mejor.
A la mañana siguiente nos metimos un buen desayuno para afrontar el día a base de pancakes con fruta y yogurt con muesli.


Aquí podéis ver como era nuestro puesto callejero 5 estrellas ;) Lo que daría por volver allí aunque fuese una sola noche... 


La mañana comenzó interesante porque de camino al muelle, para tomar un barco que nos cruzase a la otra orilla del río, nos topamos de golpe con una graduación universitaria. Tendríais que ver las caras de la gente cuando nos intentábamos hacer paso entre toda la multitud...
Lo mejor de todo es que llegando al muelle, muy cerca del Palacio Real y al igual que el día anterior, estaban repartiendo comida. Aunque acababa de desayunar mis genes españoles pudieron conmigo...


Entre gyozas, arroz con pollo, fideos y demás acabé con un revoltijo en el estomago que me quitó el hambre para todo el día.
Depués de esta pequeña demora logramos llegar al embarcadero para cruzar a la otra orilla del río. Se trataba de una pequeña barca pública que por solo 0,20 euros te dejaba a los pies del Wat Arun, otro de los principales templos budistas de Bangkok.


A la entrada del templo nos encontramos con unos jardines y con otros edificios sagrados y puntos de interés en los alrededores del prang, así que merece la pena darse una vuelta. Encontraremos, por ejemplo, numerosos frescos, así como tranquilos rincones por donde pasear y hacer fotos.


Nosotros concretamente vivimos uno de los momentos más mágicos del viaje en una de las salas del recinto. Allí había un monje meditando y dando la bendición a todo el que ofreciese un donativo. Tras pensárnoslo un buen rato nos animamos a ir ante el, siempre mostrando el máximo respeto posible e intentando imitar el modo de actuar de los locales. Como marcaba la costumbre, siempre se debía estar por debajo de su altura, así que fuimos agachados hasta llegar a sus pies. Fue un momento intenso, emocionante e inspirante. Tras hacerle una reverencia y respondernos con una oración nos pidió las muñecas para ponernos una pulsera blanca a cada uno. Al hombre en la muñeca derecha y a la mujer en la izquierda. Posteriormente nos bendijo con un ramo rociado de agua y volvimos a nuestro sitio. Es dificil de describir con palabras lo que sentimos....una sensación muy profunda de relajación y serenidad interior. De nuevo comprobamos que en cada viaje aprendes una nueva lección de vida


Cuando salimos de la sala aun seguíamos como en trance por el gran momento vivido y nos costaba ponernos en marcha. Los alrededores del templo merecen una visita si tenéis tiempo para perderos un rato por allí antes de entrar en el recinto principal.


Ya iba siendo hora de entrar al Wat Arun que con 82 metros de altura, su torre (prang) central es la más alta de Bangkok. Aunque cuando fuimos nosotros estaba en mantenimiento y la tenían cubierta con un andamio. 


La arquitectura del templo es de estilo Khmer y recuerda a los templos de Camboya. En las esquinas del templo se sitúan cuatro prangs de menor altura. Lo más llamativo es que todas las torres del Wat Arun están decoradas con porcelana china. 


Lo que más nos gustó de la visita fueron las vistas del rió y de los otros templos que se obtienen desde lo alto de la torre central. Eso si, tened en cuenta que vais a tener que hacer un esfuerzo físico considerable entre tanto escalón....


Una vez de vuelta en el embarcadero tuvimos suerte porque pudimos tomar el primer barco que nos cruzaba a la otra orilla. Nada más bajar se nos ocurrió la gran locura de caminar durante casi una hora para llegar al Parque Lumphini (El Retiro de Bangkok). Lo que no sabíamos nosotros es que durante el camino nos veríamos metidos de lleno en el caótico barrio chino.


En sus calles encontramos puestos de toda índole; los más típicos eran los de ropa y comida, pero vimos incluso tenderetes que nos costaba saber cuál era su misión. Comerciantes chinos, nepalíes e indios hacen que estas calles estén repletas de vida a cualquier hora del día. ¡Este lugar era una verdadera locura! Tengo que admitir que salí de allí agobiado y con el cuerpo un poco revuelto por culpa de los fuertes olores del mercado.
Finalmente llegamos a la estación de metro, Hua Lamphong, muy cerca de la Railway Station. Desde allí tomamos un tren para poder ganar un poco de tiempo, desde el mapa parecía que las distancias eran menores.... La parada de metro en donde nos bajamos era Si Lom, zona de rascacielos, bancos, embajadas, hoteles, centros comerciales... nos encontrábamos en el Bangkok más moderno y ordenado.

Ante nosotros teníamos la entrada al Parque Lumphini, el parque más importante de la ciudad, ubicado en el mismísimo corazón de esta. Muy popular entre los corredores y los ciclistas. Además cuenta con una lago artificial en donde se pueden alquilar barcas para remar por el.


Parecía que nos encontrábamos en una ciudad totalmente diferente. Desde todo el parque se pueden ver los enormes rascacielos de este distrito financiero. De hecho teníamos pensado subir a alguna de sus terrazas para contemplar las vistas de Bangkok iluminado, pero habíamos leído que en muchas no te dejaban entrar con cierto tipo de ropa... así que mejor dejarlo para otra ocasión.


Empezó a caer la noche y con ella la iluminación de estos rascacielos :) Cuando nos disponíamos a salir del parque comenzamos a escuchar música que provenía de los alrededores del lago y allá que fuimos a cotillear. Para nuestra sorpresa nos topamos con un mega grupo de personas que estaban haciendo zumba. ¡Ahí nos pusimos nosotros a imitarles!
Además, durante nuestros paseo por el parque tuvimos la oportunidad de ser testigos directos del profundo respeto que profesan a la monarquía en este país. En los parques cada tarde a las 18:00 h suena el himno de Tailandia y todo el mundo se queda parado (algunos erigidos en postura militar) hasta que el himno termina. Un verdadero choque cultural para nosotros el ver a toda esa gente parada sin escucharse apenas un solo ruido..

De vuelta a la Railway Station tomamos un tuk tuk hasta nuestro hotel, ya habíamos caminado bastante durante todo el día. Aprovechamos que el día había sido agotador para hacernos el deseado masaje tailandés en un pequeño local de nuestra calle. Pocos viajeros han visitado el país y han vuelto sin probar alguno de sus diferentes tipos de masajes. Es muy común encontrar locales de masaje en cada esquina con unos precios realmente baratos. Es posible disfrutar de un masaje tailandés por solo 4 euros. Nosotros nos hicimos un masaje de pies, y como no, a mí me tocó la mujer menos delicada ,por así decirlo, de todo el local. Tan solo duró media hora pero menuda bendición... Tenía los pies echo polvo de todo el día y después del masaje salí como nuevo.

En tal estado de relajación nos dirigimos a cenar a un puesto callejero cercano en donde tomamos por primera vez el plato más popular del país: Pad Thai.Se trata de un plato salteado en wok a base de fideos de arroz con huevos, salsa de pescado, salsa de tamarindo, pimiento rojo, y cualquier combinación de brotes de soja, gambas, pollo, o tofu, decorado con cacahuetes picados y cilantro. ¡Una autentica delicia! Para culminar, de postre tomamos un batido de mango acompañado de un pancake de nutella (allí lo hacen con un aceite extraño y queda como muy grasiento).


Antes de volver al hotel fuimos a ver si encontrábamos alguna agencia que nos diese el servicio de traslado al aeropuerto para el día siguiente. Después de preguntar en varias ninguna nos pudo ofrecer un horario acorde, y las que si lo hacían tenían todo completo. Sin embargo, antes de entrar al hotel conseguimos reservar el traslado privado al aeropuerto en el hotel de justo enfrente. Nos salía a 4 euros por persona y nos iba a tocar esperar demasiado tiempo en el aeropuerto pero no teníamos otra.

Amaneció el domingo, día en el que abandonábamos Bangkok para tomar un vuelo dirección norte hacia Chiang Rai. Tras tomar algo de desayunar en el 7-eleven, una tienda que está por todo el país (como si de una plaga se tratase), fuimos al punto de encuentro en donde nos recogió la minivan.
El aeropuerto de Don Mueang se lleva principalmente la gestión de los vuelos domésticos del país. Nuestro vuelo salía a las 11:55 h así que intentamos probar suerte para tratar de adelantarlo, cosa que no resultó ser posible.
Tras hacer tiempo tomando un café llegó la hora de embarcar. El vuelo con la compañía Air Asia transcurrió tranquilo a pesar de que los asientos eran super incómodos. Tras una hora y cuarto de vuelo aterrizamos en Chiang Rai, una pequeña y tranquila ciudad de unos 60 mil habitantes en la provincia más norteña de Tailandia, cerca de Myanmar y Laos. Comenzaba así nuestro recorrido por el norte del país, en donde contaban con un clima más templado.

CHIANG RAI Y CHIANG MAI

Allí tomamos un taxi que nos acercó directamente hasta la puerta del hotel, el Na-Rak-O Resort. Un hotel más que acogedor en donde nos atendió una mujer encantadora. La decoración tanto del hotel como de las habitaciones parecía como sacado de una casa de muñecas...
Aprovechamos para comer en pequeño restaurante/puesto que había en los alrededores del hotel.


Gracias a las referencias que nos había dado la mujer nos dirigimos hacia la peculiar estación de autobuses, situada en medio de un descampado, para buscar algún medio de transporte que nos llevase hasta el templo blanco. Allí encontramos una furgoneta destartalada que se nos ofreció a llevarnos por un precio bastante apañado. El Templo Blanco está ubicado a tan solo 14 km de la ciudad. Por lo que cuando llegamos y fuimos a pagar al conductor nos dijo que le estaba dando mal el dinero, y resulta que le entendí mal el precio al regatearle... le debíamos como tres veces más de lo que le estebábamos dando. Pero lo peor de todo es que no teníamos dinero suficiente para pagarle, así que con toda nuestra pena, tuvimos que darle las monedas que teníamos y dejarle tirado allí con cara de querer matarnos :S


Este templo budista contemporáneo consigue que gracias a su originalidad deje sin argumentos a aquellos que hayan llegado hasta Chiang Rai repitiendo que todos los templos son iguales. Con un color blanco tan puro que cuando refleja el sol cuesta mantener la mirada fija en el.
El lugar estaba repleto de turistas nacionales, más que lleno invadido. Lo más gracioso de todo es que fue entrar al recinto y que cerrasen justo en ese momento la entrada.Así que tuvimos a un guardia gritando detrás nuestra todo el tiempo para que fuésemos desalojando el lugar.


Al menos si que pudimos ver con tranquilidad la parte exterior de este peculiar lugar al que nosotros apodamos "el templo gitano". En los alrededores había un pequeño jardín con un lago y diferentes templos en donde había monjes meditando.


A pesar de todo, lo que más sorprendió aquel día fue una especia de ceremonia que se celebró casi en el momento en el que nos disponíamos a regresar a la ciudad. Por medio de los altavoces, un hombre no paraba de gritar ordenes a todo trapo, mientras otros cargaban con un altar y un monje les seguía por detrás. Al final llegamos a la conclusión de que sería un ensayo para la festividad del día siguiente porque repetían los movimientos una y otra vez...


Para volver a la ciudad intentamos buscar un autobús pero nadie nos sabía indicar. Caminando por en medio de la carretera conseguimos llegar hasta dos chicas francesas que también buscaban lo mismo que nosotros. Tras esperar una media hora vimos llegar una especie de minibus que parecía ir hasta Chiang Rai. Durante el camino la gente bajaba y subía como si se tratase del coche de un amigo, mientras tanto yo iba de pies y con la cabeza agachada porque la altura se me hacía insuficiente...

Una vez bajamos en la estación de autobuses lo primero que hicimos fue comprar el billete para Chiang Mai. Durante la tarde disfrutamos de esta tranquila ciudad, en donde se podía pasear sin agobios ni con coches que esquivar, cosa que era de agradecer. Llegamos a una cafetería donde aprovechamos para tomar algo y descansar durante un tiempo, con la casualidad de que era un lugar en donde los gatos son los dueños ;) Ese mismo año en Viena ya pude disfrutar de un lugar así.

Ya por la noche, después de pegarnos una buena ducha, fuimos a cenar al centro de Chiang Rai. Allí todos los días abren un pequeño mercadillo nocturno en el que venden recuerdos para turistas y ropa. Justo al lado del mercado hay uno de los lugares donde comeréis más barato de vuestro viaje mientras escucháis música tailandesa en directo. Pudimos disfrutar de una buena cerveza Shinga acompañado de unas brochetas de pollo y una tempura de verduras. Sin duda, una de las mejores noches de todo el viaje. Más tarde volviendo al hotel me compre un helado que parecía tener buena pinta hasta que me di cuenta de lo que llevaba... COCO Y JUDIAS PINTAS :O


A la mañana siguiente antes de marcharnos del hotel fuimos a desayunar. Con la gran sorpresa de que el desayuno estaba incluido siempre y cuando nos lo cocinásemos nosotros mismos.
Nuestro bus salía a las 10:00 h así que con calma fuimos a la estación de autobuses. La verdad es que el servicio fue bastante bueno ya que en esta ocasión se trataba de un bus de primera clase. Incluso a bordo nos invitaron a una bebida y a un snack. El precio del billete a Chiang Mai (150 km) fue de unos 4 euros. Mi recomendación es que siempre que se pueda merece la pena comprar billetes en primera clase.

A la 13:15 h estábamos llegando a Chiang Mai, la ciudad más visitada de esta parte de Tailandia. Una ciudad también conocida como "La Rosa del Norte", es para muchos la más importante a nivel cultural y una de las más bonitas gracias a la naturaleza de sus alrededores, donde se encuentran algunas de las montañas más altas del país. Aquí estaríamos durante tres días enteros.

En la estación conseguimos encontrar un tuk tuk que nos llevase hasta el hotel por un precio apañado. La noche anterior había leído que nuestro hotel se encontraba dentro de un centro comercial pero en ningún momento me lo imaginé de aquella manera... El nombre de este es Baan Din Ki y para acceder hasta el debes entrar por el parking del c. comercial, montar en un ascensor y subir hasta la cuarta planta de este. Nosotros tuvimos que dar vueltas y vueltas por alrededor de todas las tiendas hasta dar con el dichoso ascensor hahaha

El hotel era un poco tétrico, con una recepción enorme totalmente diáfana y con grupos de chinos por todas partes. La habitación a pesar de parecer recién sacada de la película el resplandor tenía unas bonitas vistas hacia la montaña.
La ventaja de tener el hotel en un c. comercial es que teníamos una zona de restaurantes entera a nuestra disposición, Mientras disfrutábamos de unos ricos fideos con curry verde se acercó un español a nosotros para charlar un rato con nostros. Ruth y yo nos quedamos un poco alucinados con la historia de este hombre. Resultaba ser la historia de un reconocido cocinero vasco venido a menos, el cual había tenido un gran éxito en Estados Unidos hasta que se separó de su mujer y se fue casi a la ruina.... En resumen, su nombre es Joseba Jimenez de Jimenez y si buscáis en google lo podéis encontrar.


Chiang Mai, con su gran casco histórico rodeado de un pequeño foso de agua, alberga una gran cantidad de templos y lugares dignos de admirar. La primera impresión fue la de una ciudad super caótica e invadida por las motos. Además de estar repleta de extranjeros, aunque en eso influía mucho que esa noche era la festividad del Loy Krathong: un festival que se celebra anualmente en toda Tailandia. Tiene lugar en la noche de luna llena del duodécimo mes del calendario lunar tradicional tailandés; en esta ocasión caía el lunes 14 de Noviembre. Aunque aquel año al haber muerto el rey no se iban a lanzar fuegos artificiales si que se continuaría con la tradición. ¡Teníamos unas ganas inmensas de que llegase aquella noche!


Tras pasar una de las puerta principales de la muralla conseguimos llegar hasta el templo Wat Phra Singh, el más importante de todo el centro histórico. Un lugar en el que desconectar un poco del bullicio de la ciudad y quedarse maravillado por sus grandes salas decoradas con budas de todos los tamaños.

En este lugar nos pasó algo que era de esperar y que fue un error por nuestra parte. A la salida de un templo nos llamaron la atención por darnos un beso allí en público. Cuando es cierto que para su cultura mostrar afecto en un espacio como aquel se considera irrespetuoso...


A la salida del templo nos dirigimos hacia la zona del río donde según lo que nos habían comentado era el lugar más concurrido para ver el festival. De camino hacia allí pasamos por miles de comercios y restaurantes, toda la ciudad se estaba preparando para recibir a la luna llena. Las calles se empezaban a teñir de farolillos de colores, de velas y de ofrendas florales. Cada casa, puesto y templo tenía el suyo propio.

Por el camino encontramos un puesto en donde vendían helados de coco servidos en su propia cáscara. Nos habían dicho que en esta región del país la especialidad era esta, así que Ruth con su agua de coco y yo con mi helado fuimos servidos todo el camino.


En los templos podíamos ver a los monjes preparando ofrendas florales, rezando y adornando con farolillos el exterior. Había un ambiente mágico que te hacía disfrutar como un niño....


 A medida que nos acercábamos al río había más y más gente, hasta que llegó un punto en el que se hacía complicado seguir avanzando. Pero tuvimos la gran suerte de poder colarnos por un hueco que se hizo entre la masa y sentarnos así al borde del río.


Así fue como a eso de las 19:00 h la gente empezó a hacer volar sus farolillos junto a la luna llena haciendo de telón. Mientras tanto, hacen flotar en cualquier caudal de agua, ya sea un río, estanque o lago, una pequeña cesta a modo de barca, construida con hojas de banano. En su interior se colocan flores de loto, monedas, palillos de incienso, velas y papeles de colores, todo ello realizado con paciencia, cuidado y creatividad como si de una obra de arte se tratara. Su significado va más allá de lo estético, un krathong es una ofrenda mediante la cual se transmite agradecimiento por todo lo bueno, se comienza una nueva etapa y se ruega por dejar a un lado todo lo malo en una especie de renovación espiritual.

Nosotros habíamos ido justo a la parte del río más ancha de toda la ciudad así que tuvimos la oportunidad de contemplar tal espectáculo en su mayor esplendor. La mayoría de los barcos bajaban impulsado por la corriente, aunque que otros tantos se hundían por el peso...


Hubo un momento en que se empezó a masificar demasiado y la gente se descontroló. Muchos de ellos se lanzaban casi al río para poder dejar en el agua las barcas.... Por lo que decidimos que ya era hora de volver al hotel.
¡Fue asombroso poder vivir esta noche tan mágica! Y más aun con aquella compañía tan especial que tenía en este viaje.

Hasta llegar al hotel nos esperaba un largo camino abriéndonos paso entre la muchedumbre como podíamos. Sería ingenuo por nuestra parte, dejar pasar restaurantes y puestos para cenar pensando que ya cenaríamos cuando llegásemos al c. comercial... Porque al llegar a este resultó que todos los comercios estaban cerrados. La solución más rápida y eficaz fue acercarse al 7-eleven de enfrente y comprar unos fideos y un sándwich para llevar a la habitación del hotel. El resultado fue una cena original y divertida para poner broche así a un día espectacular ;)

Aquella noche la pasamos un poco acojonados por un ruido en la habitación y un problema con las luces.... pero todo quedo ahí por suerte.
Por la mañana bajamos tranquilamente a desayunar para después acercarnos sin prisa a alquilar una moto al local más cercano del hotel.
Por tan solo 4 euros y mi pasaporte como aval disponíamos de una scooter bastante decente durante veinticuatro horas.

Tras comprobar que estaba todo en orden y que tenía gasolina suficiente nos pusimos en marcha para realizar nuestra pequeña excursión hacia la montaña sagrada de Doi Suthep (1676 m)
Antes de lanzarnos montaña arriba fuimos a probar la moto por la ciudad. Había varios factores que hacían de esta experiencia una locura: se conducía por el lado contrario que en España, el tráfico era como una jungla de asfalto, las calles laberínticas y para colmo... ¡Nunca había conducido una moto! Debo confesar públicamente que estoy orgulloso del valor que tuvo Ruth para confiar plenamente en mi conducción  hahahaha
Como cabía esperar, nada más entrar en la zona amurallada de la ciudad nos paró la policía para pedirnos la documentación. Gracias a que llevaba mi carnet de conducir pudimos continuar sin ningún problema.

En el Parque Nacional Doi Suthep se encuentra el Monte Suthep, situado a solamente 18 km de Chiang Mai. La forma más recomendable para subir es alquilar un coche o una moto. Además durante el camino puedes aprovechar para hacer paradas en algunos puntos interesantes como miradores, cascadas o templos entre otros. Además de que las vistas según subíamos eran espectaculares, todo ello acompañado de una vegetación exuberante.


Sin embargo la visita estrella del parque es el imponente Templo Wat Phrathat Doi Suthep.
Dicen que fue construido en 1383, durante el Reino de Lanna (uno de los reinos del norte). Cuenta la leyenda que fue un elefante, enviado con el propósito de llevar una reliquia y escoger el lugar en el que se edificaría el templo, quien después de dar tres vueltas sobre sí mismo, murió dónde hoy se encuentra el templo. Eligiendo así el emplazamiento del mismo. Sea verdad o no, lo cierto es que desde el templo Doi Suthep hay unas vistas magníficas de Chiang Mai y de toda la provincia. Es una visita obligatoria para quienes visiten la capital del norte de Tailandia.


Antes de entrar no pudimos dejar pasar la ocasión de disfrutar de un buen batido de fruta de la pasión recién hecho. Se hacía notar que era uno de los puntos más turísticos del norte del país solamente con ver el enorme parking repleto de motos.
Subiendo las escaleras del templo nos encontramos con un par de niñas super saladas, lamentablemente estaban allí obligadas por su madre para sacar algo de dinero a los turistas que pasaban.

Al entrar en el enorme recinto del templo nos tuvimos que descalzar para poder continuar. Una vez dentro nos quedamos fascinados por su majestuosidad.
Está considerado un importante centro de peregrinación para los budistas y uno de los templos más venerados del país. Los fieles pasean por el templo y se percibe una atmósfera de paz y tranquilidad sobrecogedora. Tiene como elemento principal una pagoda dorada que está cubierta con filigranas de pan de oro, destacando por encima del resto de construcciones.


Al recorrer el templo veremos que está rodeado por una serie de pequeñas campanas, que dicen que dan buena suerte  al tocarlas, e incluso si se tiene un papel poner un deseo al atardecer colgado de una de ellas.

Una experiencia inolvidable que invita a relajarse y a disfrutar de uno de los templos budistas que mejor mantienen toda la esencia de esta religión. En la foto adjunta podéis ver a Ruth pidiendo que le toque el gordo de navidad ;)


Otra zona del templo que se aprovechamos a visitar antes de marchar es el mirador. El cual ofrece unas magnificas vistas de la ciudad de Chiang Mai.


Como curiosidad, en el templo hay un centro budista llamado Five Thousand Years que ofrece cursos de meditación y vipasanas. Una pena no poder estar más días en la ciudad para realizar uno de estos cursos...

Saliendo del recinto paramos a comer en uno de los puestos que había cerca del templo. Para así continuar monte arriba hacia el Bhubing Palace.


Todo el camino, desde que dejamos la ciudad estuve echándole un ojo a la gasolina porque me mosqueaba que no bajase el indicador. Sin embargo, yo decidí ignorarlo y continuar nuestro camino hasta el Doi Suthep. Cuando de repente, a mitad de camino del Bhubing Palace, la moto empezó a dejar de tener fuerza y se paró en seco. Nos habíamos quedado sin gasolina...
Unos chicos extranjeros que subían en moto se pararon para ver que nos ocurría pero poca solución tenía. ¿Qué hicimos? Pues no quedó otra que dejarnos caer montaña abajo. Eso si, tuvimos que aguantar más de alguna pitada y cabreo de los conductores que nos querían adelantar.

Pero sin ninguna duda, lo peor de todo fue llegar a la ciudad y tener que arrastrar la moto durante casi una hora porque no había manera de encontrar una gasolinera....


Finalmente conseguimos dar con una casi a la altura de nuestro hotel ¡Manda huevos! Por solo 1,20 euros llenamos el depósito y seguimos hacia el centro para hacer algunas compras y cenar.
Parecía que aquel martes no era nuestro día... Al ir a aparcar en un rincón del centro había que sobrepasar una pequeña cuesta, bien, pues a mi no se me ocurre otra cosa que acelerar justamente cuando se atasca la rueda...  Total, la moto acabó estrellada contra el poste y el faro derecho hecho añicos. Al menos yo no me hice nada y salí ileso..
El resto de la tarde nos la pasamos pensando en la posible indemnización que tendríamos que pagar por el destrozo y no disfrutamos del todo. Para pasar un poco mejor la noche fuimos a cenar a un local más fino que a los que estábamos acostumbrados.  Por primera vez probé una sopa de noodles ;)


De regreso al hotel aparcamos la moto en el primer sitio que vimos disponible para motos del parking del hotel. Había sido un día muy largo y era hora de descansar. Por no mencionar, que la medicación que estábamos tomando para prevenir la malaria me había dado reacción y tenía todo el cuerpo lleno de granos.  Tuve que aguantar con picares el resto del viaje...

Sin embargo, a la mañana siguiente nos despertamos con una sorpresa inesperada. Bajando a recoger la moto nos encontramos con que teníamos puesto un cepo y una nota que decía "acudan a administración para retirar su cepo". Tras preguntar a un guardia para encontrar la dichosa oficina, llegamos y nos dicen que supuestamente habíamos aparcado la moto en un lugar prohibido. Nos temíamos lo peor... pero al decirles que nos hospedábamos en el hotel de allí nos dejaron irnos sin problemas.
Aprovechamos las horas que nos quedaban de alquiler de la moto para acercarnos a las afueras de la ciudad, en donde estaba la estación de autobuses, y así comprar los billetes para Sukhothai.
A la vuelta al hotel recogimos las mochilas del hotel y fuimos a alquilar la moto por tres horas más para así tener un poco de libertad para movernos. (y atrasar el trago de entregarla con el faro roto)

Después de pensar un buen rato decidimos que podía ser una buena opción intentar llegar al Bhubing Palace. En esta ocasión, según subíamos al monte paramos en una pequeña entrada que parecía dar a algún templo o algo así. Muchas veces hay que perderse para encontrar lugares maravillosos, y eso mismo es lo que nos pasó a nosotros.


Llegamos hasta la entrada de un pequeño templo en donde apenas había turistas... Se respiraba un aire de tranquilidad y paz inigualable hasta el momento. Durante el tiempo que estuvimos allí parecía que el tiempo se había parado. El único ruido que se escuchaba era el del agua al caer por la ladera... ¡Todo una gozada!


Nada más salir de allí seguimos subiendo el monte hasta llegar al Bhubing Palace: una residencia real construida en 1961. Durante nuestra visita no había ningún pabellón al que se pudiera entrar, así que lo único que hicimos fue pasear entre jardines, zonas arboladas y un enorme estanque artificial. Dicen que es preferible ir entre diciembre y marzo, que es cuando podemos encontrar las flores en todo su esplendor.


Como podréis ver en la siguiente foto no me dejaron entrar en pantalón corto así que me tuve que tapar con un mantón que me prestaron allí.


Al servir como jardín botánico el lugar está curioso, pero yo personalmente recomiendo visitarlo solamente cuando hayamos visto otros lugares más imprescindibles.
La bajada a la ciudad (esta vez con gasolina suficiente) fue rápida y divertida. La sonrisa se nos borró de la cara cuando fuimos a devolver la moto y se dieron cuenta del roto que tenía... Tuvimos que desembolsar un total de 40 euros (curiosamente nos aceptó pagarles en dos billetes de veinte).
Al no disponer ya de transporte propio tomamos un tuk tuk que nos dejó en el centro. Allí paramos un poco para comer en un puesto callejero.
Dejándonos llevar por mi intuición y orientación logramos llegar al lugar que tenía marcado por pendiente. Este lugar se trataba del Chiang Mai Women's Correctional Institution. Allí puedes disfrutar de un estupendo masaje por un módico precio.


Un lugar altamente recomendable por dos cosas:

1.- Disfrutarás un masaje increíble en un ambiente relajado, con luz tenue y música muy acorde al lugar.Se agradece mucho la amabilidad y cortesía de las chicas que te atienden.
Como marca la costumbre te dan una infusión al salir.

2.- Al hacerte el masaje en este sitio, estarás ayudando a la reinserción social de mujeres que están en la cárcel y que tienen una motivación de poder hacer un trabajo de provecho al salir. De hecho, hasta donde nos explicaron parte de las ganancias son para las chicas, como para ir haciendo ahorros para que tengan algo de solvencia económica al estar en libertad

En esta ocasión nos hicimos un masaje de cuerpo entero por solamente 5 euros... Pero como no, a mi me volvió a tocar la chica más brutota de todas hahaha Aunque una cosa no quita la otra, salí de allí con la sensación de que mi cuerpo flotaba. ¡Tendríais que habernos visto la cara que llevábamos!

Para aquella noche habíamos reservado en un hotel diferente situado a las afueras de Chiang Mai. Para llegar hasta allí pensamos que lo mejor era tomar un tuk tuk que nos acercase directamente, lo que no nos esperábamos era que fuese tan complicado conseguir uno que fuese hasta allí. Finalmente, logramos encontrar a uno que se las vio y se las deseó para encontrar el lugar exacto en el mapa. No os vais a creer si os digo que justo antes de montarnos en este vimos a Joseba.... (el chef español del primer día). Parece mentira que en un lugar tan grande como es Chiang Mai nuestros caminos se volviesen a cruzar.
El Romyen Garden Resort resultó ser más dificil de encontrar de lo que parecía. El pobre hombre tuvo que parar un par de veces para preguntar. Aun así, logró dejarnos en la misma puerta.
Nada más entrar nos recibió una mujer muy amable que nos llevó a nuestro bungalow. El complejo entero se encontraba rodeado de vegetación, lo que hacía que tuviese un encanto especial.


El bungalow entero era una monada, incluso tenía un pequeña cocina donde se podía hacer café y te a cualquier hora, complementado con una pequeña nevera.
Mientras nos pegamos una buena ducha la mujer estuvo preparándonos una rica cena solamente para nosotros dos. El menú sería: Pollo con curry, arroz al vapor, tortilla y un poco de fruta.
¡El trato fue totalmente de diez! Aquella mujer sabía muy bien como llevar el lugar, porque incluso nos dejó arreglada la temprana salida para el día siguiente.


Antes de acostarnos disfrutamos de un buen té sentados en la terraza de la habitación :) Todo eso antes de que comenzasen a comernos los mosquitos... Durante la noche el único rudo que se escuchaba era el de los insectos y algún que otro animal no identificado. Se agradecía poder descansar plenamente.

A las 06:30 h de la mañana fuimos a desayunar antes de salir hacia la estación de autobuses. Hacía mucho que no tomaba un desayuno tan contundente como aquel... sopa de pollo con patatas, tostadas, zumo y un poco de papaya.. No era de extrañar ver que en muchos hoteles cobrasen un suplemento por tomar un "desayuno continental".
Para conseguir llegar a la estación de autobuses a tiempo tuvimos que desplegar una gran operación de logística. En primer lugar, el hombre que había en recepción se ofreció a llevarnos en su moto por turnos hasta la carretera principal. Una vez allí, tuvimos la gran suerte de tomar un pequeño autobús que nos dejaba cerca de la estación. El resultado final fue que llegamos a la estación apenas cinco minutos antes de que este se marchase...

Después de hacer nuestra entrada al más estilo Pekin express pudimos relajarnos en nuestros asientos. En esta ocasión viajamos con un autobús de segunda clase, y la mala noticia es que se notaba la diferencia. Tuvimos que ir todo el camino aguantando una música super pastelosa a todo volumen...
A cada parada que hacía me daban ganas de bajarme y decirle al conductor que hiciese tanto favor de apagarlo. Tras cinco larguísimas horas de camino logramos llegar a Sukhothai,

SUKHOTHAI, LOPBURI Y AYUTTHAYA

En la estación nueva de Sukhothai tuvimos que soportar los precios pactados del transporte si queríamos llegar hasta nuestro hotel. Muy al estilo del anterior, el Happiness Resort contaba con bungalows y con una enrome zona ajardinada preciosa. En mi opinión, el mejor hotel en el que nos hospedamos durante todo el viaje. La chica de la recepción tuvo un trato con nosotros inmejorable en todo momento. Las habitaciones por dentro estaban super bien cuidadas y con una decoración muy al estilo tailandés. En resumen, un lugar muy acogedor, agradable y tranquilo. Incluso allí mismo se pueden alquilar unas bicicletas para visitar las ruinas por solo 1 euro. Eso mismo es lo que hicimos nosotros.

Ir montando en bici por aquellas llanuras arroceras fue sin duda una de las mejores experiencias del viaje. 
Sin coches que estorbasen, rodeado de naturaleza y de ruinas, pudiendo llevar tu el ritmo que querías... ¡Una verdadera gozada!


Sukhothai es hoy en día una pequeña ciudad del centro de Tailandia, pero hubo una época, hace unos 800 años, en la que Sukhothai fue la capital de un imperio: El Reino de Sukhothai.
Sukhothai y Ayutthaya son las dos grandes capitales antiguas de Tailandia, bastante visitadas por los turistas (especialmente Ayutthaya).

Para los que estén interesados en conocer un poco más acerca de la fascinante historia de este país haré una breve introducción. Los historiadores tailandeses normalmente dividen la historia de la nación en 4 reinos:

1) El Reino de Sukhothai: Considerado como el primer reino tailandés. De 1238 hasta el 1438 d.C. (Convivió con el Imperio Jemer de Camboya).
2) El Reino de Ayutthaya: Una de las épocas más gloriosas de la historia de Tailandia. De 1350 a 1767 d.C.
3) El Reino de Thonburi: Establecido en Bangkok de los restos del ejército que huyó de Ayutthaya después de un ataque birmano. De 1768 a 1782.
4) El Reino de Rattanakosin o Siam: De 1782 hasta hoy en día. Esta dinastia ha tenido 9 reyes. En 1932 dejó de ser absolutista.


Pues bien, El Parque Histórico de Sukhothai (Patrimonio Mundial por la Unesco) está situado a unos 12 km de lo que es la ciudad actual de Sukhothai y está separado por varias zonas. La zona del Parque Histórico de Sukhothai más importante cuenta con unos 3 kilómetros cuadrados y 11 templos en ruinas que pueden visitarse en un par o tres de horas en bicicleta.


Justo a la entrada del parking hay que pagar una entrada por el módico precio de 0,50 euros. Antes de entrar aprovechamos para hacer una parada técnica y comer algo en uno de los muchos locales que había desplegados por la zona.
A todos los que me han preguntado después del viaje: ¿Cuál fue tu lugar favorito de los que visitaste?
Mi repuesta siempre era: Sukhothai.


El poder disfrutar del parque a tu ritmo, sin prisa, sin trafico, solo con la naturaleza... El lugar era inmenso, así que nos concentramos en recorrer solo la parte central del parque.


Como se puede apreciar en las fotos se podía decir que estábamos prácticamente solos. Gracias a la bici podíamos desplazarnos por todas las ruinas con total facilidad. Además de que siempre a la entrada de cada recinto había unos barrotes para dejar aparcadas las bicis.


A todos los que vayáis os animo a perderos y a dejaros sorprender por los magníficos rincones que es conde esta antigua ciudad histórica. Si preferís seguir un orden siempre os podéis ir guiando por el mapa que os dan a la entrada.


Poco a poco empezó a caer el sol, eso significaba que era hora de regresar al hotel... Pero antes de ello, aprovechamos para inmortalizar en nuestra memoria aquel día tan especial dando una última vuelta por el parque.

Regresando al hotel, tuvimos que ir totalmente a ciegas porque la noche se había comido el camino de tierra por el que habíamos venido, y como era de esperar, la iluminación brillaba por su ausencia.
Aún recuerdo la escena de ir pedaleando, sin saber si íbamos por el camino correcto, mientras Ruth sujetaba el móvil a modo de linterna. Todo ello mientras tragábamos todo tipo de insectos que se estampaban contra nosotros.... hahahahaha Incluso tuvimos la gran oportunidad de encontrarnos con un pequeño grupo de luciérnagas a la entrada del hotel.

Cuando llegamos a la habitación y nos duchamos pasamos a la recepción para preguntar si allí hacían cenas. Al igual que la noche anterior, la encantadora mujer de la recepción se encargó de hacernos una cena personalizada para nosotros dos solos. Al fin pude probar la rica sopa de noodles transparentes... Esto solamente fue el broche para cerrar una noche mágica de un día increíble ;)

Así fue como llegó ya el viernes. A la hora acordada apareció el tuk tuk para acercarnos a la estación de autobuses donde tomamos el primero que iba hacia Phitsanulok. El trayecto duraba solamente poco más de una hora, y desde allí tendríamos que arreglárnoslas para conseguir un medio de transporte hacia Lopburi.
Una vez llegamos a Phitsanulok fuimos a preguntar a alguna de las ventanillas, pero más que ayudarnos nos hicieron un lío de cojones. Algunos decían que teníamos que ir hasta la segunda estación de autobuses y otros que fuésemos en tren. Según lo que habíamos leído, la mejor forma de llegar era en tren. Sin embargo, nos decían que si íbamos a la estación de tren nos encontraríamos con que el próximo en dirección a Lopburi no salía hasta dentro de tres horas...


Como siempre hemos hecho y haremos, nos dejamos guiar por nuestra intuición, y esta nos decía que debíamos tomar el tren.

Pues bien, la decisión resultó ser acertada no, lo siguiente, porque llegamos a la estación de tren y encontramos billetes para Lopburi en tercera clase solo con veinte minutos de espera. La cual aprovechamos para comprar unos mini plátanos de desayuno. El tren de la "posguerra" como le apodamos nosotros nos llevaría hasta la ciudad de Lopburi, un trayecto de 300 km de distancia que duraría un total de cinco horas. En las cuales pudimos vivir la autentica e inolvidable experiencia de viajar en tren por aquellas grandes llanuras de paisajes arroceros. No hay nada como viajar en tren para vivir y sentir la autentica esencia de un gran viaje.


Sentir por unas horas como si no hubiese nada más a tu alrededor, sin preocupaciones, responsabilidades o cualquier tipo de pensamiento, simplemente nosotros dos, y un mundo por descubrir con una vida por vivir,


El tren por dentro no estaba tan mal para ser tercera clase, tenía un aire a los trenes antiguos que teníamos en España. Con el detalle de que del techo colgaban ventiladores portátiles para poder soportar un poco mejor el calor que se cocía allí dentro...


Durante todo el camino no cesaron de pasar vendedores ambulantes que ofrecían todo tipo de comidas y bebidas. Desde un Pad Thai recien hecho hasta una coca cola...
Después de un largo viaje llegamos a Lopburi al medio día, justo para comer.

  
Situada entre Ayutthaya y Sukhothai , Lopburi es una de las ciudades mas antiguas que hay en Tailandia y aunque alberga verdaderas joyas del la cultura khemer sin duda es mas conocida por ser la ciudad de los monos quienes viven y campan a sus anchas por la ciudad en completa sintonía con la gente local. ¡Finalmente había llegado uno de los días más deseados del viaje!
La ventaja de llegar en tren es que la estación se encuentra en el mismísimo centro de esta. Así que antes de lanzarnos a investigar este peculiar lugar paramos a comer en  un puesto cercano.


No nos hizo falta más que avanzar unos cuantos metros para darnos cuenta de que realmente la ciudad estaba realmente invadida por los monos.Esta perfecta armonía entre los monos y la ciudad es el mejor ejemplo de toda su historia, haciendo de la ciudad de Lopburi un lugar único de visitar cuando se viaje a Tailandia.


Lo primero que nos encontramos es el Wat Phra Sri Mahathat: Sin duda la mayor atracción de la ciudad. Este complejo real fue inicialmente  construido durante el momento de máximo esplendor khmer, albergando diferentes construcciones con cerca de 800 años de diferencia.  Suponiendo así, un ejemplo claro de la historia de la ciudad y de todos sus momentos históricos, pues en sus diferentes Prangs podremos observar tanto alegoría típicas hinduistas como alegorías típicas budistas con esculturas dedicadas tanto a buda como a shiva y de construcciones típicas de la época de Sukhotai o Ayutthaya.

 La entrada al recinto era un poco imponente, era como si estuvieses entrando en territorio enemigo, con cientos de miradas puestas sobre ti. Si a estos pequeñajos, ya de por sí, cualquier objeto les llama la atención, imaginaos si entráis con un par de mochilas.... Al principio parecía que solamente nos observaban con ojos golosones. Sin embargo, cuando uno de ellos abrió la lata y se lanzó a mi espalda ya no hubo vuelta atrás hahahaha


No os podéis imaginar la pechá a reír que me eché aquella tarde. Había un grupo de españoles que justo dio la casualidad de que estaban realizando una visita guiada por allí, para así poder  respaldarnos un poco en ellos y quitarnos algunos monos de en medio. ¡Era una autentica locura!


No paraban de intentar subirse encima para mordisquear los cordones de la mochila o de querer robarte cualquier cosa suelta que tuvieses. Uno de ellos incluso quiso llevarse la cadena que tengo colgada en el cuello...


Mientras Ruth intentaba ponerse a una distancia prudente de ellos fue haciendo de fotógrafa lo mejor que pudo. Así fue como consiguió hacer una de las mejores fotos de todo el viaje ;)

¡La posición del mono es total!


Mientras los monos estaban distraídos con el otro grupo aprovechamos para dar una vuelta por los alrededores del recinto. Para entrar al interior del complejo hay que hacerlo con el señor que guarda el lugar, un interior pequeño y estrecho en donde los monos tienen prohibida la entrada.


Aunque los monos parezcan muy amigables y estén muy familiarizados con los humanos no hay que olvidar que son animales salvajes. En toda la ciudad encontraras carteles indicando que no los alimentes, que no lleves objetos llamativos y que nos les provoques reacciones agresivas. Lo mejor es disfrutar tranquilamente de su presencia. Nosotros fuimos testigos directos de como llegaron a morder a un chico. Todo por intentar agarrar a una cría.... Como os podéis imaginar la madre se lanzó directa hacía el y le dejo un buen recuerdo. Sobre todo el fastidio es porque estos animales suelen transmitir la rabia...


Aunque con todo el dolor de mi corazón se acercó la hora de volver a la estación de tren para ir dirección Ayutthaya.... Aquella tarde me lo pasé realmente bien, hacía muchísimo tiempo que no me reía tanto como aquel día. A todo el que pueda pasarse por allí en su viaje a Tailandia le aconsejo que no lo dude ni un momento.
Alrededor de las 18;00 h tomamos un tren de segunda clase a Ayutthaya, separada de Lopburi por una hora tren nada más. La ventaja de los trenes, además de por su comodidad, es por el precio. Cada trayecto nos costaba entre 1-3 euros.

Con noche cerrada llegamos a la estación de Ayutthaya, nuestro último destino del viaje antes de bajar de nuevo a Bangkok. Al llegar allí nos sorprendió las dimensiones de la ciudad, mucho más grande de lo que esperábamos. Aun así supimos apañarnos y llegar bien caminando hasta el hotel. Aunque si que tuvimos que parar en ciertas ocasiones a preguntar en comercios de la zona.
Nuestro pequeño hotel en donde pasaríamos la dos últimas noches del viaje se llamaba Ban Boonchu, ubicado en el mismo centro histórico. La mujer que nos atendió resultó ser la que mejor hablaba inglés de todos los hoteles en los que habíamos estado.
La habitación era bastante grande, con baño muy bien cuidado y una terraza bastante apañada. Para cenar nos recomendó acercarnos al mercado nocturno, situado a dos calles de donde nos encontrábamos.
Aquella noche pudimos disfrutar de una cena de película, ya que guiándonos por lo que comían los locales, pedimos una cazuela de barro con fideos, pollo y verduras, cocido con un huevo.


Aquella noche apretaba bastante el calor, pero la habitación disponía de un aire acondicionado que nada tenía que envidiar a los de aquí.

A la mañana siguiente bajamos a desayunar a la recepción en donde teníamos preparada en la mesa un desayuno rico a base de café, tostadas con huevos revueltos, frutas variadas y zumo. ¡La mermelada de mango estaba para repetir y no parar! Estábamos listos para descubrir esta gran ciudad histórica.

El Parque Histórico de Ayutthaya es un conjunto de antiguos templos y palacios situado a unos 80 km al norte de Bangkok. Histórica capital del Reino de Siam, hoy Ayutthaya es famosa por albergar uno de los complejos arqueológicos más importantes del sudeste asiático, junto al Parque Histórico de Sukhothai. Para diferenciarla de la nueva Ayutthaya, la ciudad antigua suele ser referida como Ayutthaya Historical Park. Los templos, no obstante, no están concentrados en un recinto único, sino que se reparten aquí y allá, algunos de ellos rodeados incluso por construcciones modernas. Por ello, para visitarlos conviene elegir entre dos opciones: alquilar bicicletas o pagar una ruta en tuk-tuk. ¿Qué fue lo que nosotros hicimos? Realizar la visita del parque histórico a pie... ¡Con dos cojones!


Empezamos nuestro recorrido por el el Wat Maha That: el templo más visitado de Ayutthaya porque alberga una curiosa cabeza de Buda entre las ramas de un árbol. Dicen algunos que las raíces rodearon la cabeza de Buda en los años de abandono. Otros comentan que un ladrón la pudo esconder allí para volver algún día a por ella y que nunca pudo recuperarla. Sea como fuera, esta imagen de Buda congrega a cientos de turistas ansiosos de admirar semejante rareza.


Durante la visita de este templo podemos ver como el paso de los años se hace notar en el estado de sus construcciones. Los ejércitos birmanos lo arrasaron y quemaron casi todo durante la histórica invasión de 1767. Por fortuna, en nuestros días aún se conservan las ruinas de varios templos y palacios de la época gracias a las tareas de reconstrucción y preservación.


A diferencia de Sukhothai, estas ruinas parecían que habían sufrido bastante el paso de los años y de las guerras. El recinto era de unas dimensiones inmensas. Más que extranjeros, había mucho turista nacional o asiático.

El calor aquel día era casi insoportable si te mantenías demasiado bajo tiempo bajo el sol. Nosotros habíamos subestimado la extensión del parque al querer realizar la visita de este andando. Sobre todo si tenemos en cuenta el calor y la distancia entre un templo y otro. Todos ellos divididos por extensas avenidas....
Al lado de este templo había otro el cual merecía una visita solamente por el simple hecho de que en el interior de su prang central se encontraba una antigua cripta, Para acceder a ella se hacía a través de unas empinadas escaleras. Allí dentro parecía como si estuvieses en un lugar de otro planeta...el frío que hacía y el eco que retumbaba al hablar hacía que fuese un poco escalofriante.


Al salir de este tuvimos que recorrer un largo camino hasta llegar a otro de los templos más importantes de Ayutthaya.


En Ayutthaya es muy común ver a elefantes porque se realizan a todas horas paseos por el parque a lomos de estos animales A mi personalmente me parece que abusan un poco de ellos y habría que poner medida ante este tipo de prácticas :S


Aunque reconozco que resultó impactante ver como pasaban al lado tuyo... El siguiente templo que estuvimos visitando se trataba del Wat Phra Sri Sanphet.
Este también fue un templo de enorme relevancia, pues en su día formó parte del recinto del Gran Palacio. Las tres estupas características de este templo fueron levantadas a finales del s.XV para enterrar allí las cenizas de tres reyes de la época.


Este templo resultó ser super interesante y espectacular. Las tres estupas dotaban de una gran armonía al recinto. Se acercaba la hora de comer y con ello el tiempo para dar un poco de tregua a nuestras piernas.


No había mucha oferta en donde comer así que nos tuvimos que conformar con uno de los puestos cercanos. La comida no resultó ser muy allá pero al menos nos pudimos refrescar y tomar un poco de fuerzas.
Después de mirar el mapa unas cuantas veces decidimos que nuestro cuerpo no daba a basto con más templos. Por lo que tomamos dirección hacia el último que visitaríamos en todo el día: el Wat Lokaya Sutha.


El templo de Lokaya Sutha no fue tan relevante ni sus ruinas (apenas distinguibles) son demasiado espectaculares, pero hay un motivo por el cual merece la pena acercarse hasta allí: su gigantesca imagen de Buda Reclinado, de 42 m de largo y 8 m de alto. Todo un impacto para la vista.


Podemos estar orgullosos del recorrido que habíamos hecho y del ritmo que conseguimos llevar, pero ya era hora de regresar al hotel... Este último templo fue un gran broche para poner fin a la visita del Parque Histórico de Ayutthaya.


Para volver al hotel tomamos un tuk-tuk que había allí al lado. Al ir a preguntar precio el conductor nos sorprendió con una agenda en donde tenía apuntadas unas cuantas recomendaciones de españoles que habían montado con el en los últimos años hahaha

Al llegar al hotel aprovechamos para tomarnos una buena tarde de descanso... sentados en la terraza con un pancake y una buena cerveza Chang ;)
Por la noche repetimos cena en el mercado nocturno, con la diferencia de que en esta ocasión, al ser sábado, estaba repleto de comercios y puestos en donde vendían todo tipo de comidas. Desde insectos hasta helados de miles de sabores. Para mi sorpresa, resultó ser el lugar en donde me comí el mejor Pad Thai de todo el viaje... ¡Siempre hay que dejarse sorprender en los lugares más inesperados!


Aquella última noche de nuestro viaje fue maravillosa. A la mañana siguiente volvíamos a la capital para tomar nuestro vuelo de vuelta a España así que había que descansar lo máximo posible.

El domingo nos despertamos con calma ya que el tren a Bangkok salía a las 12:15 h y teníamos tiempo de sobra para preparar la maleta. La mujer del hostal nos ayudó muchísimo dándonos indicaciones para saber como ir después al aeropuerto desde la estación de tren de Bangkok. Si alguna vez vais a Ayutthaya no dudéis en alojaros en este pequeño hotel.

En esta ocasión, el viaje en tren a Bangkok se nos hizo largo y tedioso debido a tres factores: el calor, la cantidad de gente que había montada y la lentitud que llevaba este. Y eso que ambas ciudades están separadas a penas por 80 km....
Una vez llegamos a la estación central de trenes disponíamos de un par de horas antes de tener que partir hacia el aeropuerto. Vagamos sin rumbo por las calles de aquella zona, con un aire de suburbio, hasta llegar a un local apañado donde nos diesen de comer.
El restaurante lo llevaba una familia que parecía que no había visto un turista en la vida. Nos pusieron de comer un rico pollo al curry picante, acompañado con una sopa de noodles. 7
A la salida nos dedicamos a caminar sin ningun sentido por las calles, hasta que llegó un momento en el que me empecé a sentar mal y sugerí de tomar un tuk tuk hasta la estación del sky train. Tiene narices que la última comida en Tailandia me sentase mal....

Al aeropuerto llegamos con bastante antelación así que aprovechamos para hacer algunas compras de recuerdo: noodles, fruta del dragón, kit para preparar curry, postales, etc. Finalmente nuestro avión con dirección a Dubai despegó a las 20:35 h.
El vuelo se me hizo ameno y cómodo. Llegando a Dubai a las 12:30 h de la noche (hora local). Aún recuerdo aquel momentazo cuando Emirates nos hizo entrega de unos vouchers de comida para disfrutar durante las ocho largas horas de escala. ¡No os podéis imaginar los saltos de alegría que damos! Somos felices con pequeños detalles... hahaha

Os podría engañar y deciros que las horas de escala se pasaron rápidas y amenas porque no fueron así. Nos recorrimos las terminales de arriba a abajo, deambulamos por los pasillos como almas en pena, y cuando ya estabamos cansados de hacer tiempo buscamos un lugar en donde canjear nuestros tickets de comida ;)
Finalmente acabamos en la sala de embarque tumbados en los asientos intentando dormir algo... Mientras que Ruth conseguía dormir algo yo me fui a cambiar unos cuantos dirham para así tomarme un café y hacer tiempo.

El segundo vuelo si que se hizo mas largo, en este tampoco conseguí dormir y nada y la cabeza ya me empezaba a dar vueltas porque en total, llevaría mas de un día sin dormir. El momento más divertido del día lo protagonizó un arrebato de carácter gastronómico protagonizado por Ruth. Exigiendo al azafato su "beef" hahahaha
¡Pero después de más de treinta y cinco horas de viaje estábamos en Madrid! Allí era lunes 21 de Noviembre a las 12:30 h del medio día. Cuando para nosotros el día daba la impresión de que había comenzado el domingo despertando en Ayutthaya... Era una sensación super extraña, pensaba que podría echarme a dormir y no despertar en una semana.

Y hasta aquí llega nuestra aventura por Tailandia, la primera vez en continente asiático (pero no la última). Enamora de su gente, de la comida, de los paisajes, de la cultura,,, ¡Todo!
A pesar de que su gente no habla muy bien inglés fue de lo más sencillo entenderse con ellos, en parte gracias a la gran amabilidad con la que te acogen y te ofrecen todo lo que tienen. Deberíamos aprender un poco de su humildad y buen vivir, antes de estar quejándonos constantemente por detalles insignificantes de nuestra vida diaria.

Nos vamos de allí con ganas de más. En esta ocasión no pudimos acudir al campamento de elefantes para pasar un día de voluntariado como teníamos pensado, debido a que no tenían disponibilidad... Pero ya tenemos la excusa perfecta para volver (aunque no nos hacen falta) Para volver y descubrir la parte sur y sus playas paradisíacas, Porque nunca nos deben faltar las ganas de viajar, de descubrir cosas nuevas, de tener ilusión y de vivir cada momento al máximo.

"Mi tuk-tuk mi tuktutero, entero me gusta más...."

Algunos me llaman loco por haberme lanzado a un viaje de este tipo con una persona a la que conocía de tan poco. Una persona que a día de hoy (3 meses después) se ha convertido en la pieza que faltaba por encajar en mi puzzle, en mi compañera de vida, en los ojos por los que descubrir el mundo.... en mi todo!!


Muchísimas gracias Ruth por convencerme para cambiar de destino a última hora, por vivir esta experiencia juntos y por comenzar nuestra pequeña "locura" sin fin. ¡Te quiero!

Recordad:

"Los sueños son reales porque se sueña despierto"

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