viernes, 24 de octubre de 2014

Guanajuato y el Cervantino

Después de dos meses sin realizar ningún viaje, el fin de semana del 7 de octubre fuimos a la ciudad de Guanajuato, con motivo de la apertura del festival internacional que se realiza cada año, el Cervantino. Un mes dedicado a la cultura, en el que cada año invitan a un país, en esta ocasión el invitado era Japón, y el estado de México, Nuevo León (Monterrey).
Guanajuato es un estado a 250 km de Jalisco, cuya capital es la ciudad de León. Sin embargo, la ciudad estandarte y probablemente una de las más coloniales de México sea Guanajuato. El estado madre de la independencia mexicana, rico en minas y con una cadena montañosa de gran importancia.

El viaje lo íbamos a realizar con un tour organizado, aunque a mí no me gusta nada esto de los tours organizados, siempre he pensado que lo mejor es hacerte el viaje por tu cuenta sin tener que depender de nadie ni de nada. Pero en este caso, sin la beca, tenía que buscar el precio, y el precio era bastante reducido así que no quedaba otra, la cuestión era salir unos días a conocer esta ciudad de la que me habían hablado maravillas. Más tarde me daría cuenta de que no mentían.
Solo quedábamos tres en casa que no habíamos realizado este viaje: Álvaro, Hirari y yo. Sin embargo, Chris se unió porque se había quedado con ganas de ver algunos lugares más de la ciudad que debido a un "tour" no había podido visitar.

El viaje comenzó a eso de las 8 de la mañana, preparados con nuestras mochilas nos dispusimos a acudir al punto de encuentro, donde nos recogieron con una furgonetilla. Llegamos a la ciudad a eso de las 12 de la tarde. Me había preparado un recorrido para hacer por la ciudad, con los museos a visitar, monumentos, lugares donde comer, etc. Entonces comenzamos por ir al Mercado Hidalgo, donde comimos un menú corrida por 30 pesos (menos de 2 euros). Con la energía recargada nos fuimos a seguir nuestro propio tour, lo primero era ver la ciudad y reservar el tour para el día siguiente. Hicimos un recorrido por los lugares más importantes de esta ciudad Patrimonio de la Humanidad. Toda la ciudad en sí es muy peatonal, pero una locura, porque las calles son muy estrechas y con mucha gente. Supongo que también influiría que era el festival.

Los famosos túneles que circunvalan la ciudad por debajo, no son muy aptos para recorrerlos, debido a que pasan los coches y casi no hay espacio para moverse.



Lo siguiente era la universidad, un lugar en que cualquier estudiante del mundo le gustaría estudiar. Pequeña, pero de un estilo arquitectónico precioso. Subiendo sus escaleras puedes obtener una bonita panorámica de la ciudad. 




Las dos paradas siguientes fueron el Teatro Juarez (cerrado por culpa del festival), y la catedral. Los dos lugares más bonitos de la ciudad en mi opinión.



De camino al museo de las momias decidimos desviarnos un poco y pasar por el famoso callejón del beso, un callejón tan estrecho, que los dos balcones se podía casi tocar. Además su nombre se debe a una leyenda que hay sobre una pareja, la cual no me voy a poner a contar ahora.



El camino al Museo de las Momias fue un poco duro, subiendo cuestas y callejeando, hasta llegar allí.

El Museo de las Momias era un lugar realmente espectacular e impactante. Situado al lado de un panteón, estaba compuesto por una gran colección de momias, que al no haber sido enterradas, se encontraban en muy buen estado. Pero como dicen, una imagen vale más que mil palabras. Además aquí encontramos la momia más pequeña del mundo.




Después de salir y de tener una curiosa historia con unos borrachos, agarramos un camión para ir a la mina de la Valenciana, en el punto más alto de la ciudad, casi en los límites. Una vez allí nos guiaron por una mina, explicándonos un poco de la historia. Una de las minas que en su época fue de la que más riqueza dió al Imperio español.



Por último, ya casi de noche fuimos a la casa de la cultura japonesa, donde Hirari disfrutó como una enana, había productos japones, así como una oficina de turismo en la que podías hacerte una foto. También pudimos degustar un sushi, el cual me sorprendió gratamente.



Lo último que nos quedaba por visitar en la ciudad era el mirador del "Pipila" en lo alto de la ciudad. Otro arduo camino hasta llegar arriba, pero mereció muchísimo la pena.





Ya, nos fuimos a cenar los mejores burritos que había probado en mi vida, y a ver un espectáculo que había al lado de casa. Por cierto, las dos noches las pasamos horrible, es el cutril que nos metieron a dormir, unos colchones en el suelo, en una casa ruinosa, y con un frío del carajo. Por no hablar también de los mega mosquitos que se metían y te zumbaban en el oído. Aunque lo peor fue tener que aguantar los ronquidos del hombre que organizaba el tour, además había bebido como un cabrón, pienso que es lo único que hizo en todo el día. Pero al fin y al cabo esa es la vida del viajero. Todo ello lo recompensaba el buen licuado de guayaba que nos metíamos en el mercado, por menos de un euro.

El sábado era el día de la excursión que habíamos contratado previamente, llamada "La ruta nacional", en el que visitamos tres pueblos, dos de ellos de los llamados mágicos, Dolores de Hidalgo y San Miguel de Allende.
Nos recogieron en el centro, y empezamos por ir a un pueblo donde nos pararon a ver una bonita iglesia, donde resultó que había una boda mexicana. Después paramos en un pueblo donde se suponía que hacían unos dulces para morirse. Nosotros entramos a probar todo, nos pusimos como unos cerdos y nos fuimos sin comprar nada XD.
El siguiente pueblo era Dolores de Hidalgo, donde nos paramos unas dos horas, nos enseñaron la tumba de un cantante muy famoso en el país, Jiménez. La cual era curiosa porque tenía forma de sombrero.


Además en el pueblo vimos otras cosas como la catedral, y conocimos un poco más de la historia del movimiento nacional por la independencia de los españoles. Una plaza bonita la de este pueblo.



La última imagen os puede resultar curiosas al tratarse de Hernán Cortés, pero si os fijáis, se está dando golpes en la cabeza.

Después de hacer un stop para comer, nos fuimos a San Miguel de Allende, un pueblo más grande que el anterior, y dedicado en su totalidad al turismo. La verdad es que vimos bastantes extranjeros. Aquí tuvimos menos tiempo, solamente 1 hora. Por lo que fuimos a ver lo más importante, la catedral y alguna iglesia más, porque esta lleno el pueblo de ellas. La catedral me pareció del estilo más peculiar nunca visto. Parecía sacada de Disney.




Ya de vuelta, nos fuimos a cenar y a descansar antes de salir de fiesta por la ciudad.


Por la mañana mientras todos dormían, me fui al museo de la Alhóndigas de Granaditas, en el que te explicaban un poco la historia de la independencia de México.



Luego me reencontré con mis compañeros, y decidimos despedirnos de esta grandiosa ciudad, yendo otra vez al mirador, pero esta vez de día. Me podría quedar horas y horas embobado mirando hacia esa ciudad, tan colorida, tan colonial y tan bonita que no me iría nunca. Pero tocaba volver otra vez a nuestra Guadalajara.


Una de mis fotos favoritas es esta. Sentados Álvaro y yo podíamos haber estado todo el día viendo las vistas de la ciudad.




Un gran viaje en una gran ciudad, de la que nunca me olvidaré. Hasta siempre Guanajuato. Espero poder volver con mi padre aquí, estoy seguro de que le encantaría.

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